Presentación de Luis Cola Benítez

A cargo de Emilio Abad Ripoll (Sede de la Agrupación Canaria de Milicias Universitarias, Santa Cruz de Tenerife, el 29 de octubre de 2003)


          Gracias por su asistencia, gracias por permitirme volver a ocupar este asiento y, gracias a D. Luis Cola por haber querido que fuese yo quién le presentara esta tarde.

          Por suerte, o por desgracia, no es ésta la vez primera en que me ha correspondido presentar a un conferenciante o a un libro. Y si ustedes, ahora sí, por verdadera desgracia, me han escuchado en esas presentaciones, habrán oído quejarme amargamente de lo difícil que es hablar con objetividad de alguien cuando existen relaciones de amistad y afecto con el interesado.

          Y aunque esas relaciones existan, sin embargo hoy no me voy a quejar; en primer lugar porque para mí es una verdadera satisfacción y orgullo ser el telonero de D. Luis Cola Benítez, y en segundo porque aún existiendo esos niveles de afecto a los que he hecho referencia, podría bastar con decir: “Ante ustedes D. Luis Cola Benítez”  para que todos supieran quién era la persona que dentro de unos minutos nos va a deleitar, estoy seguro, con sus palabras. Porque al Sr. Cola todos los que estamos aquí lo conocemos, y en el ámbito insular debe ser una de las personas también más conocidas, aún cuando no detente, u ostente, ningún cargo público.

          Pero la costumbre es ley y, siquiera sea brevemente, voy a contarles algo de lo que ha hecho y hace Luis Cola, a conciencia de que su innata humildad va a sufrir durante los minutos en los que subraye algo, muy poco, de lo mucho que merecería su intensa vida intelectual.

          Luis Cola es tinerfeño de viejo cuño, tan antiguo en lo del amor al chicharro que, si de muestra vale un botón, añadiríamos a todo lo que sigue el ser el socio núm. 2 del Club Deportivo  Tenerife. Nació.... cuando quiso su señora madre, y se encuentra en ese momento de la vida en que un alma sedentaria se dedicaría a repasar en soledad sus recuerdos; pero Cola no conoce la palabra "descanso", y dedica sus ratos, que en otros podrían ser de ocio total, a investigar, a escribir, a difundir lo mucho que sobre su ciudad conoce, lo cual es de agradecer por aquellos quienes, por edad o por distinto lugar de nacimiento, no conocimos la vieja Santa Cruz.

          Luis ha publicado numerosas obras: Barrancos de Añazo editada en 1986, tan buscada a raíz de los trágicos eventos del 31 de marzo del año pasado y aula que explica lo que luego sucedió; Reflexiones sobre el ataque de Nelson a Santa Cruz de Tenerife. A propósito de un documento olvidado, que abría, ya en 1991, el fuego graneado con que la Tertulia Amigos del 25 de Julio, de la que es miembro fundador,  bombardeó las conciencias individuales y colectivas, públicas y privadas, para que la Gesta tuviese un recuerdo digno en su 2º Centenario; Santa Cruz, Bandera Amarilla Epidemias y Calamidades (1494-1910), libro que he leído dos veces y que impresiona al comparar lo que eran aquellos pasados tiempos, en condiciones de vida y de salubridad, con los actuales, y que levanta la admiración hacia quienes nos precedieron; el libro, para mi monumental, no por el tamaño, sino por el trabajo de investigación, titulado Fuentes Documentales del 25 de Julio de 1797, en colaboración con otros dos tertulianos: Pedro Ontoria Oquillas y Daniel García Pulido y prólogo del inolvidable D. Alejandro Cioranescu, y editado por el Museo Militar; La Historia del 25 de Julio de 1797 a la luz de las Fuentes Documentales, en coautoría con Daniel García Pulido, editado también por el Museo Militar y la Tertulia, y que es la obra más completa y detallada de las nacidas hasta el momento en relación con la Gesta; otro libro denominado El Gabinete Instructivo de Santa Cruz de Tenerife (1869-1901), con prólogo del tristemente desaparecido contertulio D. Coriolano Guimerá López, en el que nos cuenta la historia de aquella Institución en la que se perfilaba y practicaba lo que es el verdadero sentido de la cultura y de la democracia; y La Imprenta Benítez, un empresa comprometida con el progreso y la cultura del Archipiélago Canario, obra en la que cuenta los avatares de esa empresa, con tanta relación familiar con su autor.

          Y dentro de muy poco verá la luz, como número 3 de la colección “Con T de Tenerife” su libro Villalba Herbás. Un repúblico íntegro, que ya he leído “de pé a pá”, y en el que, además de las cartas de Villalba a Nicolás Estévanez, Luis Cola hace un resumen magistral del periodo histórico en que se desarrolla aquella correspondencia epistolar.

          Sería  innumerable y agotadora la relación de sus numerosas colaboraciones en diarios, revistas y emisoras, sus prólogos y sus conferencias en los centros de mayor raigambre histórico y cultural de nuestra isla. E impagables los ratos de conversación con él.

          Tan prolífica actividad cultural no puede pasar desapercibida a muchas personas y entidades que continuamente le consultan y le piden opiniones o asesoramientos, ni, como es lógico, a quienes dirigen organizaciones de tipo cultural. Como consecuencia, Luis es Socio de Número de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, del Instituto de Estudios Canarios y de la Asociación Hidalgos de Nivaria y, como cité antes, Tertuliano Fundador de los Amigos del 25 de Julio, de los que, en la legislatura actual, es su Vicepresidente.

          Ni tampoco podría pasar esa actividad sin algún reconocimiento público, como son la concesión que se le ha hecho del Premio Periodístico de Investigación Histórica “Antonio Rumeu de Armas” (2000) y la del II Premio de Periodismo “Mare Nostrum Resort” (2003).

          También con esta casa, y con la mía, tiene relación Luis, pues en sus años jóvenes fue Sargento de Artillería en prácticas de la IPS y cumplió su compromiso con el Ejército y España en ese entrañable rincón militar y santacrucero que es Almeyda.

          Pero si todo lo que he citado, que repito, es muy poco en comparación con lo que merece, es interesante y valiosísimo, yo me quedo con la que considero su mejor virtud: su enorme calidad humana, su hombría de bien.

          Y hasta aquí llego yo. No quiero que, por su humildad, sufra él más; ni que por mis palabras penen ustedes. Se acabó, pues, el mal rato, y ahora todos juntos, y, como dijo alguien, “yo el primero”, vamos a disfrutar de la conferencia de D. Luis Cola Benítez sobre unas acciones poco conocidas de la Gesta del 25 de Julio de 1797.

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