Presentación del libro "Más cerca del cielo", traducción que hizo Emilio Abad de la obra de Charles Piazzi Smyth "An Astronomer's Experience"

A cargo de Francisco Sánchez* (Casino de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, el 18 de julio de 2002).

 

          En primer lugar debo empezar agradeciendo a los organizadores de este acto el haberme invitado a participar en la presentación en español de un libro singular (al que yo tengo especial cariño), escrito por un astrónomo inglés singular. Dándose además la circunstancia de que el traductor también es singular. Conjunto de singularidades que hacen de este libro que hoy se presenta algo muy especial.

          Desde que en 1985, con motivo de la solemne inauguración de los observatorios internacionales del IAC y de su Instituto de Astrofísica (en la que recordarán participaron seis Jefes de Estado, cinco Premios Nobel, etc, etc), el Science and Engineering Research Council me dedicó un ejemplar del bello libro escrito por Charles Piazzi Smyth (“TENERIFE: AN ASTRONOMER’S EXPERIMENT” or “SPECIALITIES OF A RESIDENCE ABOVE THE CLOUDS”) y tuve la ocasión de recrearme en su lectura y en la contemplación de sus fotografías estereoscópicas, pensé que había que ponerlo en español, para disfrute de muchas más personas. Desde entonces estoy deseando que alguien se atreviese a traducirlo al castellano.

          Hoy, gracias al buen hacer de don Emilio Abad y también, todo hay que decirlo, a su entusiasmo y, por supuesto, a la iniciativa de Ediciones Idea, tenemos en nuestras manos esta obra, la cual puede interesar a muy variado tipo de lectores, pues va mucho más allá de lo puramente astronómico. Desde luego, es también un “libro de viajes” que a mí me parece apasionante. Pero tiene más facetas.

          Podrán comprobar, cuando lo lean, la pulcritud de la traducción, que hasta consigue reflejar los matices emocionales del autor. Se han cuidado detalles como añadirle notas a pie de página y reseñas biográficas de los personajes que aparecen en el texto. También es destacable el primor con que se han tratado las fotografías estereoscópicas. Tenemos todos que felicitar por ello a don Emilio Abad y a cuantas personas han hecho posible que vea la luz este libro editado por IDEA.

          No sé si todos ustedes son conscientes del mérito que supone esta empresa, en esta sociedad tan entregada al mercantilismo a ultranza y al populismo deportivo y cultural. ¡Es una verdadera “hazaña”!

          Les decía antes que la persona que con tanto mimo y profesionalidad ha hecho la traducción que hoy se presenta, es alguien especial, muy ligado a esta Isla de Tenerife, que ha destacado en actividades diversas. No es mi intención el glosar, aquí y ahora, su brillante Hoja de servicios, lo cual exigiría mucho más tiempo del que dispongo, si no, simplemente, subrayar su calidad humana y su interés por difundir la cultura. El Excmo. Sr. Don Emilio Abad Ripoll es (resumiendo al máximo su currículo) General del Ejército español, embajador operativo en misiones de paz, historiador de vocación y, por encima de todo ello, yo me atrevería a calificarlo como un estratega culto.

          Pero antes de seguir adelante quiero contar porque a mí me parece significativo que, después de tanto esperar para disponer de esta versión en español, por poco nos encontramos con dos libros a la vez. Resulta que don Ricardo Génova (persona muy ligada al IAC) tiene hace algún tiempo preparada una traducción, que no ha visto la luz por retrasos en la entidad que ofreció patrocinarla. Ambos traductores tuvieron el impulso de ponerse a trabajar en la traducción nada más leer el libro de Piazzi, por lo que les gustó y porque creyeron que debería ser conocido y disfrutado por los hispanoparlantes y en especial por los canarios. Me pareció oportuno y justo dedicarle aquí hoy este reconocimiento público al piloto y astrofísico Dr. Génova Galán, que verá “no nato” su trabajo, pero que me consta que está contento porque el objetivo está cumplido.

          No puedo finalizar mi intervención sin mostrar la importancia y repercusión de las observaciones astronómicas de Piazzi Smyth en Tenerife.

          Basta mirar con perspectiva para caer en la cuenta de que la historia de la astronomía es la historia de la observación astronómica. Y que todo avance en la capacidad de observar ha producido siempre nuevos descubrimientos. Si espectacular fue el salto que se dio como consecuencia de poder mirar al cielo con los modernos instrumentos emplazados en lugares excepcionales, como los observatorios del Instituto de Astrofísica de Canarias, los avances están siendo impresionantes.

          La triste realidad es que los humanos tenemos un cúmulo de problemas para poder mirar el cielo. Estamos, desgraciadamente, mal dotados fisiológicamente y mal situados para ver el Universo.

          Vivimos en la Tierra, un planeta con atmósfera absorbente y perturbadora, por lo que únicamente llega hasta nuestros instrumentos de observación una parte mínima y altera de la radiación electromagnética procedente del mundo exterior. Esto hace que las imágenes de los objetos extraterrestres las percibamos débiles y deterioradas. Comprenderán ahora que la atmósfera haya sido y siga siendo la pesadilla del astrónomo, y que andemos siempre en busca de un sitio mejor para observar. Pese a estas evidentes dificultades, la curiosidad humana y el impulso por conocer son tan poderosos que los humanos hemos ido superando todas estas barreras y vamos penetrando, paso a paso, cada vez más lejos y con más detalle en el Universo. Emocionante epopeya humana ésta, nunca bien contada.

          Una parte de esta epopeya se ha escrito y sigue escribiéndose desde las cumbres de Canarias. Las publicaciones de Piazzi Smyth sirvieron para hacer creer que bastaba subirse al monte más alto disponible para observar mejor. Hoy sabemos que esto no basta, que son muchos más los requisitos necesarios. Y ha costado mucho mostrar que todos estos requisitos los tienen las cumbres de Tenrife y La Palma. Poco a poco se ha conseguido que los científicos hayan ido cayendo en la cuenta de que mirar el cielo desde aquí tiene muchas ventajas. Por eso hoy astrónomos de todo el  mundo instalan sus telescopios en los observatorios del Instituto Astrofísico de Canarias.

          No voy a contarles, ni siquiera someramente, la historia de la puesta en explotación de este recurso natural que es el “cielo de Canarias”, tan sólo dos pinceladas para situar la contribución del astrónomo Piazzi Smyth en ella.

          Los avances tecnológicos como consecuencia de la II Guerra Mundial dieron lugar a nuevos instrumentos astronómicos que requerían estar emplazados en lugares especiales. Ni siquiera Monte Palomar, donde acababa de colocarse el gigante del momento, el telescopio de 5 m. de diámetro, estaba en un buen sitio. Por ello, los países más avanzados se puesieron a buscar los sitios mejores para sus nuevos telescopios.

          Por aquella época, en el año 1959, se vio en Canarias un eclipse total de Sol (que muchos de ustedes recordarán). Y vinieron a observarlo astrofísicos de diversos países (la prensa local destacaba la llegada de aviones especiales y equipos científicos). Su estancia en Canarias les hizo recordar que, si bien no había ningún observatorio astronómico en las Islas, expediciones científicas antiguas hablaban de las maravillas del cielo de las cumbres de Tenerife. Y terminaron convenciendo a las autoridades españolas para que se hiciese aquí una campaña de “prospección astronómica” moderna.

          Desde el siglo XVIII hay constancia escrita de la bondad de nuestras cumbres para ver los astros, y hasta nuestro Viera y Clavijo dedica un apartado en su monumental Historia de Canarias a las “observaciones físicas y astronómicas que se han deseado practicar sobre el Teide”.

          Pero fue a mediados del siglo XIX cuando se realiza la expedición astronómica que nos ocupa y que tendría un gran impacto en la astronomía mundial. Charles Piazzi Smyth, que llegaría a ser “astrónomo real de Escocia” (personaje peculiar, pionero de la fotografía estereoscópica y de la arqueoastronomía en las pirámides de Egipto), vino a Tenerife expresamente a comprobar observacionalmente lo que había dicho Newton, que subiéndose más alto se verían mejor las estrellas.

          Durante el verano de 1856 fue observando a distintas alturas, desde el nivel del mar hasta el Teide. Instaló sus telescopos en Guajara y Alta Vista. Hizo observaciones de la Luna, de planetas, de estrellas y de la Luz Zodiacal y, también, medidas meteorológicas. Sus resultados fueron concluyentes: desde las cumbres se veían mucho mejor los astros.

          Nada más volver a Inglaterra, en octubre de 1856, resumió sus actuaciones en un informe corto al Almirantazgo, y en junio de 1857 hizo un informe amplio ante la Royal Society. A finales de ese año ya tenía escrito el libro que hoy se presenta traducido, el cual fue publicado al año siguiente.

          Estos resultados tuvieron gran repercusión, de tal manera que los observatorios empezaron a instalarse en montañas, siendo consideradas sus observaciones en Tenerife las precursoras y causantes del florecimiento de los observatorios de montaña en el siglo XX.

          Para honrar sus trabajos, a una montaña de la Luna, aislada y puntiaguda, se le dio el nombre de “Pico” (por el Teide, a propuesta del astrónomo alemán J. H. Schroeter), y una agrupación de montañas cercana, el de “Montes Tenerife” (a propuesta del astrónomo inglés W. R. Birt). Así, y gracias a Piazzi Smyth, esta Isla y su monte emblemático están en la Luna.

          Termino felicitando a todos los que han hecho posible que este libro esté traducido y disponible, Y animando a todos que lo compren y lo lean, ahora, por fin, en castellano.

          Muchas gracias.

 

* Director del Instituto Astrofísico de Canarias. 

 

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