Presentación del libro de Juan Carlos Cardell Cristellys "La Palma francesa y otros artículos sobre el 25 de Julio"

A cargo de Emilio Abad Ripoll (Casino de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, el 11 de septiembre de 2007).

           Dicen que el único ser de toda la creación que es capaz de tropezar dos veces en la misma piedra es el hombre. Pues bien, yo diría que la frase se queda corta, pues conozco a alguien que puede hacerlo hasta tres veces; y me explico:

          El 15 de septiembre de 2004, hace casi 3 años día por día, y en este mismo Salón de nuestro Casino, tuve el placer de presentar a Juan Carlos Cardell y sus libros Héroes y testigos de la derrota de Nelson en Tenerife y Los desertores en la Gesta del 25 de Julio. Pues bien, no escarmentó Juan Carlos y pocos meses después, el 20 de enero de 2005, y en el mismo lugar, me encomendaba idéntica y placentera tarea con respecto a otra obra, editada en dos volúmenes, Cronología de los prolegómenos en la Gesta del 25 de Julio de 1797. Pero sigue sin aprender, ni percatarse de que en este mismo salón hay muchísimas personas (y no quiero ni imaginar las que se podrían encontrar en el círculo de sus numerosas amistades) que harían mejor que yo ese trabajo, y de nuevo, recalcitrante, reincidente en el error, me encarga que sea quien les haga llegar la feliz nueva del parto de otro libro suyo: La Palma, francesa y otros artículos sobre el 25 de Julio. Allá él.

          De la simple lectura del título, a nadie se le puede escapar que la obra que esta noche ve la luz consiste en una recopilación de artículos publicados en la prensa local y de los que el autor destaca el de “La Palma, francesa”. El mismo Cardell nos aclara en el prólogo que esa diferenciación se basa en que ése es el preferido de entre todos los artículos por él escritos; y señala las tres causas de esa preferencia: lo desperdigada que se encontraba la documentación que hubo de reunir para pergeñar el trabajo, el tiempo que le llevó montar lo que él califica como puzzle y, por fin, pero no menos esencial, lo importante del asunto.

          Iba a decir que está de moda, esta de la publicación de artículos recopilados, bien sobre un mismo tema, o bien escritos por un mismo autor. Pero es una moda, y creo que es una moda muy útil, que viene de lejos. Precisamente hace pocos días, el pasado 26 de septiembre, en el diario El Mundo, en su sección “El purgatorio de los libros”, Martín Prieto aseguraba que François Mauriac ha pasado a la historia de la literatura más por los libros en que se recogían sus artículos periodísticos que por sus novelas.

          Y es que dicen que el periódico es “flor de un día”, aunque yo no estoy de acuerdo. Sí le doy la razón, sólo en parte, a quienes dicen, en plan peyorativo, que por la noche el periódico de la mañana es ya historia. Efectivamente, la noticia ha dejado ser noticia, pero esa información que por la noche ya algunos menosprecian, ha pasado a formar parte de la historia; de la pequeña o de la grande; de la de una persona o de una colectividad humana; de la de un pequeño pueblo, una gran urbe, una nación o del mundo… Pero, además, un periódico no se compone sólo de noticias; hay muchas otras secciones en las que los editoriales, las columnas periódicas de opinión, los artículos de fondo e incluso las mismas “cartas al director” van recogiendo un sentir más extenso que el que se condensa en el fugaz período de 24 horas. Y mucho de lo que se expresa en esas otras partes del periódico no son, ni mucho menos, “flor de un día”, sino que su interés perdurará en el tiempo. Obvio es decir que si se trata de temas históricos, posiblemente siempre tendrán vigencia.

          Pero es muy difícil que uno mismo pueda conservar tanto y tanto material para poder releer en un rato de tranquilidad o consultar en busca de un dato. Claro que existen las hemerotecas, y hoy en día esa herramienta maravillosa que es Internet, pero creo que la recopilación de artículos sobre un tema, o de un autor, en un volumen es el medio más eficaz para facilitar la cobertura de esas dos necesidades: la del ocio o la de la investigación.

          Tengo en casa varios libros de este, llamémosle, estilo, de don Julián Marías ( La España real y Ser español), de Ramiro de Maeztu (Defensa de la Hispanidad); de Marcelino Menéndez Pelayo (Historia de España, recopilación de artículos que llevó a cabo el Teniente General Jorge Vigón); de Vicente Palacio Atard (De Hispania a Españaque presenta la característica de que, en este caso, es una recopilación de artículos de diferentes autores); de Alfonso Ussía, etc. A nivel local, alguna parte de culpa de mi amor por esta ciudad  la tiene Francisco Martínez Viera con su deliciosa Historia de Santa Cruz de Tenerife. Algo así quiere hacer la Tertulia con la página webb que estamos empezando a confeccionar. Y siguiendo al nivel de “la intelectualidad de provincias”-término que no se si acuñó en aquel momento, mientras presentaba una obra en este mismo salón hace 5 ó 6 años Paco Pomares- hace muy poco se ha editado el segundo libro de Francisco Pallero, Canarias hoy en la España actual, que consiste también en un recolección de parte de sus habituales trabajos en prensa, pero que presenta una ventaja, su hilvanación por temas, sus puntadas de hilo entre artículo y artículo que los hacen ser, en vez de “todos aparte”, “parte de un todo”.

          Por esa razón, Juan Carlos ha tenido también la idea de reunir en un solo volumen los 18 artículos que él ha publicado hasta el momento, entre los que destacan con luz propia los cuatro que han recibido galardones: los dos que fueron distinguidos con el Premio de Investigación Histórica Antonio Rumeu de Armas, en sus ediciones XXX y XXXIII, y los dos que obtuvieron el Premio de Periodismo General Gutiérrez, que convoca el Centro de Historia y Cultura Militar de Canarias, en sus ediciones III y IV.

          Indudablemente, la temática predominante en la obra, y en los trabajos de Cardell, se relaciona con la Gesta del 25 de Julio de 1797, con la excepción del ya citado artículo sobre La Palma, hecho histórico del que se conoce muy poco, poquísimo, en el Archipiélago, y en el que jugó un destacado papel un político tinerfeño. En el artículo, y en el libro, podemos leer, y enterarnos, de los entresijos históricos y diplomáticos que estuvieron a punto de llevar a un canje con Francia: nosotros les entregábamos la “isla bonita” a cambio de lo que luego sería la parte francesa de la de Santo Domingo.  Dicen que un historiador no juega nunca a “futuribles”, a pensar en los derroteros que se hubieran seguido si se hubiera producido tal o cual matrimonio real, si hubiese llegado al trono un príncipe muerto a corta edad, si se hubiera ganado una batalla, o si se hubieran, o no, estampado unas firmas al pie de un documento. Pero como yo no soy historiador, me gusta pensar muchas veces lo distinta que hubiera sido la Historia de España, o de nuestra isla, o de nuestras vidas, si al llegar a determinadas encrucijadas hubiésemos tomado, o nos hubiesen hecho tomar, otro sendero. Y eso me ocurre con este caso de La Palma. Si la hubiésemos cedido, dos siglos después hubiésemos perdido Santo Domingo, no sólo la mitad que en aquel momento era nuestra, sino completa, de igual manera que ocurrió con las demás posesiones americanas; y, a lo peor, La Palma se llamaría hoy, “La Palmé”, y en vez de decirlo nosotros “bonita” le dirían ellos “jolie”.

          Me entretuve en agrupar el resto de los artículos, dentro de la temática común ya citada de referirse a la Gesta, en otras “subtemáticas” (a riesgo de que el ordenador me la subraye de rojo, pues no existe tal palabreja).

          Así encontré que cinco artículos se refieren a personajes (Artillero Talavera, Teniente Coronel Guinter, Teniente Siera, Teniente de Navío Faust y don Pedro Forstall), quienes jugaron un papel destacado en los hechos de aquellos famosos días. Otros seis se refieren a grupos o colectivos (Héroes-muertos y heridos-; Cuadro de honor -muertos-; Paisanos simpatizantes con los ingleses; Deserciones habidas antes y después del 25 de julio entre el paisanaje; Los primeros desertores; Los desertores y prisioneros ingleses).

          Dos de los artículos se refieren directamente a lo que sucedió aquella noche oscura del 24 al 25 de Julio (Barcos fondeados en la bahía; Relación inédita) y otros dos a colaborar en la aclaración absoluta de los hechos (El segundo parte de Gutiérrez; ¿Desembarcó Nelson?). Un artículo se refiere al ambiente: ¿Cómo era Santa Cruz en aquellos tiempos? Y otro a un hecho que puede llevar a la conclusión, quizás algo aventurada, de que Nelson (o al menos los ingleses) no respetaron la palabra escrita de no volver a molestar a las Canarias, pues relata el ataque de un buque corsario inglés a Puerto Santiago.

          Lo primordial que aporta Juan Carlos con este libro es la presentación de una nueva herramienta para colocar en un imaginario panel de piezas literarias, junto a otros muchos editados ya por la Tertulia de forma colectiva, ya por sus componentes, para que quienes quieran seguir indagando sobre el hecho que fue, y ya no hay quien, aunque quiera, pueda rebatirlo, el más importante de la historia de Canarias, lo haga pisando terreno firme.

          Hay que agradecerle de corazón a Cardell su esfuerzo, el trabajo que volcó en cada uno de los artículos que componen este volumen. Artículos que en su día leímos en la prensa y a los que dedicamos entonces 15 ó 20 minutos, con la promesa interior de releerlos para saborearlos mejor o de conservar determinados datos que en ellos se recogían. Pero para llegar a esos 15 ó 20 minutos, Juan Carlos había consumido muchas horas y días en su paciente labor investigadora, robándole tiempo a su descanso o al disfrute de los suyos, trabajando minuciosamente en la recogida, acá y allá, de briznas de información que, juntas, pudiesen constituir un depósito de material suficiente para llenar dos o tres páginas de un diario, recuperando en una labor encomiable historias y recuerdos dormidos en centenares de legajos, muchas veces carcomidos, en los archivos.

          Y en esta labor de recuperación de la historia local -entroncada con la regional y la nacional- está siendo también fundamental el papel que juega Ediciones Idea, con su apoyo incondicional y desinteresado (y cuando digo desinteresado estoy aplicando el adjetivo con pleno conocimiento de lo que digo). Gracias a su director, Francisco Pomares y a todo el personal que con él trabaja. Por su esfuerzo e ilusión están saliendo a la luz muchos retazos de “Historia Olvidada”, como los que hoy nos reúnen aquí, en una colección que se llama así precisamente; retazos que se habrían perdido en el cajón del tiempo y nunca podrían haberse convertido en Historia recuperada.

          Creo llegado ya el momento de hablar algo de Juan Carlos Cardell. Aquí no voy a añadir nada nuevo a lo dicho en otras ocasiones, si acaso que mi afecto por él ha aumentado con el paso de los años. Y textualmente, en par de ocasiones he dicho ya que ...

          Juan Carlos Cardell es sobradamente conocido por sus raíces chicharreras, raíces que se hunden en el tiempo como lo demuestra esa fecha de 1702 que figura en el dintel de su casa familiar. Pero quizás no esté de menos recordar a la mayoría e informar a los menos que, como yo, tiene a orgullo ser antiguo alumno de La Salle, que ostenta el título de Ingeniero Superior Industrial, que ha ejercido a lo largo de su vida profesional, que está en la edad de conseguir lo que desea y que gracias a su afán de superación lo está logrando. Y que tiene una familia por la que siente veneración. Un buen día, Juan Carlos ingresó en la Tertulia, y sintió a su alrededor la presencia de un grupo de personas inquietas por mejorar la tierra a la que adoran, por conocer cómo nació esta urbe, su desarrollo, sus alegrías y tristezas –también las ciudades ríen y lloran-, sus tesoros materiales y morales, y sus podredumbres; se vio envuelto, como quien les habla, en un ambiente de trabajo, estudio, investigación, alegría y compañerismo que fueron el mejor marco para que su afán coleccionista e investigador le llevara a ir poniendo por escrito lo que iba averiguando. Como consecuencia, con frecuencia aparecen en la prensa artículos suyos, al libro de hoy me remito, con los que, como dije hace unos minutos, ya ha conseguido 4 premios de periodismo. Hoy presenta su cuarto libro y sé que pronto, los tertulianos del 25 de julio lo volveremos a ver apareciendo en nuestras reuniones llevando bajo el brazo uno o dos volúmenes tamaño DIN A-4, con esos libros que, párrafo a párrafo, página a página, va  pergeñando tras su lento y pesado trabajo investigador.  Que así sea para bien de un mejor conocimiento de nuestra Santa Cruz y de nuestra Historia.

          Termino agradeciendo a Juan Carlos, pese a las bromas del principio, que se acordara de mí para esta presentación, aún a riesgo, no aclarado tras mis palabras, de que el acto no tenga la brillantez que él y su obra se merecen. Y gracias también a ustedes por sopoertarme.

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