Gracias

Palabras pronunciadas por Miguel Melián García en el homenaje al poeta Emeterio Gutiérrez Albelo al cumplirse el tercer aniversario de su fallecimiento (Icod de los Vinos, 8 de agosto de 1972)

          Después de tan brillantes intervenciones a cargo de tantos ilustres amigos de Emeterio Gutiérrez Albelo, cumplo el honroso encargo de pronunciar unas palabras en nombre de la esposa del gran poeta icodense.

          Un acto como el que estamos celebrando honra, no solo a un ilustre hijo de Icod, sino también a todos los icodenses, que demuestran saber darle importancia a los valores del espíritu y poseer esa rara virtud de ser agradecidos.

          Creo que todos estamos de acuerdo en que Gutiérrez Albelo fue un constante amador de su ciudad natal, a la que exaltó en sus versos en innumerables ocasiones:

               Todo canta en el Valle luminoso
               que a cantar me enseñó con su armonía;
               desde el hondo, volcánico reposo
               hasta el vivo trajín de la bahía.

               Del dorado trigal, ceremonioso,
               a la vid, con su verde celosía;
               y del monte, profundo y rumoroso,
               a la firme, costera crestería.

               Brota, pues, del pentágrama radioso,
               como el chorro tranquilo y amoroso
               de una pura, envolvente melodía.

               Y es que en ondas de eterna poesía
               todo canta en el Valle luminoso
               que a cantar me enseñó con su armonía.

           El Valle de Icod -nos dice el poeta- le enseñó a cantar con su armonía. Y, como amor con amor se paga, esta Ciudad demuestra, una vez más, que sabe corresponder con amor a quien tanto amor le demostró. A partir de hoy, esta calle de Icod recordará, a las actuales y a las futuras generaciones, que en esta Ciudad nació el poeta, que aquí transcurrió su infancia, su adolescencia y parte de su juventud, que aquí nació su afición a los versos que habría de convertirle en uno de nuestros grandes poetas insulares, y que aquí, en fin, reposarán quizá algún día sus restos.

          En nombre de la esposa, de las hijas y de los hermanos del poeta, gracias. Gracias al Iltmo. Sr. Alcalde de la Ciudad, a la Comisión organizadora, a las autoridades presentes, a los poetas, escritores y amigos del poeta que se han sumado a este acto, y gracias a todo el respetable público aquí presente.

          Si el poeta viviera, hubiera agradecido este homenaje con versos sentidos. Por ello quiero terminar mi intervención con un poema suyo, que creo que puede ser el mejor colofón a este acto:

               Gracias, Ciudad, por esta luz tan pura
               a la que abrí mis ojos en el alba;
               y en el ocaso, ya ves, se acerca,
               sigue brillando cada vez más clara.

               Gracias, oh pueblo, por los firmes lazos
               que a mi niñez me llevan en volandas,
               y a los ardores de mis años mozos,
               hoy que te adoro, si es que ayer te amaba.

               Gracias, oh tierra, porque en ti reposan
               los que me dieron la carnal sustancia,
               los que en mi pecho laten todavía
               con esa sangre que jamás se apaga.

               Gracias por todo, sí: por lo que he sido,
               por lo que soy, y por lo que mañana
               habré de ser… Por estos mismos versos
               que por vosotros han brotado… Gracias.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - 

   Nota: Las palabras de presentación del acto de homenaje, que fueron pronunciadas por el alcalde de la ciudad de Icod, don Antonio Hernández González, así como las adhesiones en prosa y en verso de veintiocho escritores y poetas, están recogidas en uno de los libros póstumos del Gutiérrez Albelo: en el publicado en 1972 y que llevó por título "Tenerife y el mar".