Presentación de don Jerónimo Saavedra Acevedo

A cargo de Emilio Abad Ripoll (Casa Salazar de Santa Cruz de La Palma el año 2004)

          Han sido ya varias las ocasiones en que, unas veces por amistad con el conferenciante y otras por razón del cargo o destino, me ha correspondido esta labor de presentar a un auditorio a quien va a impartir una conferencia. En todos los casos he considerado que las personas que se sentaban frente a mí, habían acudido a la convocatoria para escucharle a él, por lo que cuanto más breve fuese mi intervención, mayor agradecimiento recibiría de los oyentes. Y esa misma pauta seguiré hoy.

          Y también siempre que me encuentro en esta tesitura y cojo la pluma para redactar unas torpes líneas que me sirvan de guía en la presentación, me encuentro con un dilema que yo defino como el síndrome del jugador de “las siete y media”: tengo miedo a “no llegar”, es decir, a no ser capaz de expresar la valía o la categoría del conferenciante, lo que podría llevar a que los oyentes, si no lo conocían suficientemente, no se percataran de la importancia del personaje. Pero también tengo pavor a “pasarme”, o sea, a exponer sus méritos de manera que, al excederme en su valoración, resulte ahora dañada su modestia.

          En el caso de hoy me encuentro más relajado. El Sr. Saavedra es  suficientemente conocido por todos ustedes, hasta un punto en que quizás podría terminar yo ahora mi intervención y dejar que ya empezaran a disfrutar con sus palabras; como consecuencia sé que la relación de sus méritos que luego detallaré muy brevemente sólo servirá para reafirmar la suerte que tenemos de que esta noche se encuentre entre nosotros.

          Creo que corresponde ahora, Sr. Saavedra, darle las gracias por su gentileza y desinterés al aceptar la invitación que le hizo el  Teniente Coronel Ortigueira para hablarnos en este hermoso marco del Palacio Salazar de dos entes tan unidos como la isla de La Palma y las Unidades del Ejército español que en ella han servido de escudo, refugio, apoyo y bastión de seguridad a los palmeros durante más de 5 siglos.

          Pero antes de que les hable un poco de la impresionante biografía del conferenciante, quiero anunciar con gozo que esta noche les puedo dar la noticia de que está naciendo una organización nueva, el Aula Militar La Palma; es una entidad con finalidad cultural-histórica y que ve la luz por los deseos de colaboración del Cabildo Insular y del Mando de Canarias. Hoy mismo he entregado al Excmo. Sr. Presidente del Cabildo un borrador del Convenio que una vez estudiado por parte de la institución palmera y, si procede, aceptado, remitiremos al Ministerio de Defensa para su aprobación por el Ministro. Podemos asegurar, por tanto, que si todo se desarrolla normalmente, se puede considerar que, como he dicho, a partir de hoy La Palma cuenta con otro organismo cultural que contribuirá a que no queden en el olvido las relaciones que han existido desde hace tanto tiempo entre los palmeros y sus soldados, ni tampoco más de un hecho histórico del devenir de la Isla.

          Nombrar a D. Jerónimo Saavedra Acevedo es hablar de la Historia del último cuarto de siglo de nuestra España y nuestras Canarias, porque además de su impresionante currículo académico y profesional (Doctor en Derecho, con la calificación de sobresaliente en la Universidad de Madrid; ampliaciones de estudios de Derecho del Trabajo en las Universidades de Colonia y Florencia; Diplomado en Derecho Comparado por la Escuela Internacional de Trieste; Diplomado en Organización de Empresas en la Escuela de Organización Industrial; Profesor titular de Derecho del Trabajo en la Universidad de Las Palmas. Por si fuera poco habla 5 idiomas extranjeros: inglés, francés, alemán, italiano y portugués), ha sido Presidente de nuestra Comunidad en 2 ocasiones (1983-87 y 1991-93), fue nombrado Ministro de Administraciones Públicas en 1993 y dos años después pasó a ser titular de la cartera de Educación y Ciencia. Hoy es Senador por la Comunidad Autónoma de Canarias y no se puede dejar pasar que en 1977 fue elegido diputado constituyente y colaboró en la redacción de la actual Constitución Española.

          Pero había un detalle más que convertía al Sr. Saavedra, por si no hubiese sido suficiente la relación de sus méritos, en la persona idónea para que nos hablase de la relación La Palma-Ejército. En efecto, por si alguien lo desconoce, les diré que el 29 de diciembre de 1898 contrajo matrimonio en la Iglesia del Salvador de S/C Dª María Magdalena Marta Josefa del Sacramento de Valcárcel y Pinto (tan palmera que había sido bautizada en la Ermita de la Virgen de las Nieves) con el TCol de Infantería D. Jerónimo Acevedo de la Cruz. Este señor fue Comandante Militar de la isla nada menos que 12 años (1892-1904). Del matrimonio nacieron 3 hijos: Jerónimo, Isabel y Mª de la Asunción. La segunda, Isabel, nacida aquí en Santa Cruz, casaría con D. Martín Saavedra y Medina, natural de Las Palmas, el día de la Inmaculada de 1921. Y de este enlace nació D. Jerónimo Saavedra Acevedo, nieto por vía materna, por tanto, de un Comandante Militar de La Palma. No me digan si no es esta la guinda que faltaba al pastel para que el Sr. Saavedra se convirtiese en el personaje ideal para impartir esta conferencia.

          Nuestras trayectorias vitales se han rozado tangencialmente en diversas ocasiones: En 1983, cuando visitó la zona asolada por un tremendo incendio en Tenerife (él Presidente de la Comunidad, y yo Comandante en el Equipo de Dirección de la lucha contra el fuego que mandaba el entonces Gobernador Civil de la Provincia D. Eligio Hernández). En su segunda Presidencia en visita al Mando Unificado de Canarias, cuando yo era Jefe del Estado Mayor Conjunto; y cuando era Ministro de Administraciones Públicas, en conferencia que impartió ante los componentes del Curso de ascenso a General, del que yo formaba parte, en la primavera de 1994. En esas ocasiones conocí que, cuando escuchaba, su inteligencia le hacía hacerse cargo inmediatamente de la situación y sus preguntas aclaratorias nos servían a los demás para descubrir facetas de los problemas que podían haber quedado ocultas; y cuando era él quien exponía, la claridad de ideas y de su exposición hacía fácil entender una organización tan compleja como la del Estado español, con su aparente duplicidad de funciones entre las Autonomías y el Gobierno nacional; o incluso algo más en el caso de Canarias (fue la pregunta indiscreta que yo le lancé en aquella ocasión de Madrid: si aquí no hubiese sido suficiente haber seguido con el sistema de Cabildos y no crear una organización nueva, la de la Comunidad, pero manteniendo la antigua). Recuerdo su respuesta, pero no es el momento de exponerla ahora.

          Como ven, se me han quedado grabadas esas escasas ocasiones en que he podido compartir minutos con el Sr. Saavedra, y espero y deseo que ésta, la cuarta, la guarde en mi interior con igual respeto y admiración que en las precedentes.

          Gracias de nuevo, Sr. Saavedra; gracias a las Autoridades insulares y locales por su colaboración y a todos por su asistencia y el afecto que la sociedad palmera demuestra por su Ejército.

          Y, a partir de ahora, disfruten con la conferencia del Sr. Saavedra, que tiene la palabra.

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