Presentación de don Domingo Febles Padrón

A cargo de Luis Cola Benítez (Casino de Tenerife, 22 de junio de 2007)

INTROITO

          Después de las magníficas charlas en días pasados de nuestro capitán general D. José Luis Vega y nuestro coronel D. Juan Arencibia, y de los entrañables actos de hoy en Hoya Fría, quiero decirles que nos sentimos rejuvenecidos y con la ilusión renovada para defender los principios y el compromiso que adquirimos hace ya medio siglo. Todo ha resultado magnífico y hasta estoy seguro que muchos de nosotros hemos sentido vibrar las fibras más sensibles de nuestro ser. Pero -siempre hay un pero- no quiero que pasen estas fechas sin que tratemos de olvidar un poco la seriedad con la que los años nos han revestido -a unos más que a otros- y poner algo de travesura y humor en nuestro comportamiento, siempre sin merma de aquellos sagrados compromisos. Por ello, debo confesarles que desde hace un par de semanas, cada vez que me acordaba que me habían comprometido para presentar a Domingo Febles, me daba la risa tonta.

          Por tanto, casi no voy a presentarle. Apenas un poquito. Voy a leerles lo que me ha salido, en plan desenfadado, algo así como entre lobos de la misma manada junto al fuego de campamento, haciendo caso omiso de su brillante currículum, que de verdad les digo que poco me importa. Me basta con conocerle desde hace un alud de años. Y a mucha honra.

          Por tanto, voy a ser muy, muy, pero que muy breve, en beneficio de todos ustedes. Aunque, lo que voy a decir, voy a decirlo muy, muy, pero que muy en serio.

          En fin, de antemano pido disculpas si no cumplo con las expectativas. Y allá voy.

          Pónganse el casco y abróchense el cinturón. Pero les advierto que no hay salvavidas debajo de sus asientos.

 

DOMINGO FEBLES PADRÓN


Excelentes e Ilustres,
-Generales, Coroneles-,
que a este acto dan lustre
junto con todos ustedes

y señoras y señores,
y amigos todos, se añade,
cuando por causas mayores
no se recuerda a más nadie.

No sé qué pinto yo aquí
-intuyo cogido al lazo
por arte de burla burlí-,
forzado a dar este paso.

Alguien con muy mala idea
ha sido el primer causante
de que en apuros me vea
para salir adelante.

Decía ser amigo mío,
y yo hasta me lo creía,
y me metió en este lío
el Méndez Santamaría.

Miren si es atolondrado
que, sin saber lo que habla,
hasta “ilustre” me ha llamado
en el texto del programa.     

Jenofonte sí fue ilustre,
Viera y Clavijo también,
pero en mí... parece embuste
o broma de gran pesadez.

Pero el mayor responsable
de que tenga este sofoco
es el mismo que va a hablarles,
que se hace el zorrocloco.

¿Me presentas?, me rogó
haciéndose el inocente.
¡Lástima el pobre me dio!
¡No lo conoce la gente!

¿Qué ley, justicia o razón
hizo que en mí se fijara
Domingo Febles Padrón
para que le presentara?

Más, si estoy aquí es cierto
que un pecado he cometido,
y es tener ánimo abierto
y poner cinco sentidos,

aunque el ridículo aboque,
cuando un amigo me ruega
que junto a él me coloque......
sobre todo p’a ir de juerga.

Pero a fuer de ser sincero
yo tal vez no le perdone
verme en este atolladero
buscando rima que entone.

Y es que la cosa es seria
y tiene bastante miga,
que te hunda en la miseria
persona que crees amiga.

¡Cincuenta años después
de cargar el mosquetón
me propina este  traspiés
Domingo Febles Padrón!

Tu eras de Infantería
–nadie es perfecto, me dicen-
y corrías y corrías
con el mosquetón en ristre.

Mientras, los de Artillería,
¡venga a empujar los cañones!
Y así un día y otro día
con barro hasta los..... calzones.

Un mono por vestimenta,
alpargatas por calzado,
el gorrito en la cabeza,
y a correr de lado a lado.


Las alpargatas se hundían
en “masapé” colorado
en cuanto algo llovía.
Más, si por mor de los hados

hacía Sur a rabiar,
el polvo te atragantaba,
no podías respirar,
cuando en formación marchabas.

Cuerpo sano y mente sana
teníamos por quintales,
sin tiempo para pensar
en coger enfermedades.

Disciplina, la normal,
compañerismo, a raudales.
Con ganas de basilar,
¿quién se acuerda de los males?

Instrucción Premilitar
Superior, era su apodo,
IPS, por abreviar,
solían llamarla todos.

Pero es traducción más pura,
aunque a alguien le pesase,
de aquella abreviatura:
“Impósibol” Poder Sentarse.

Pero yo a hablar no vengo
de aquellos dos veraneos
pagados por el Gobierno
en el Hotel Los Rodeos.

Eso lo hará locuazmente,
seguro que con pasión
y muy eficazmente,
Domingo Febles Padrón.

¿Y quién es Domingo Febles?
Este que está a mi lado,
que procedo a presentarles
por el frente y los costados.

Y sólo a su frente aludo,
así como a sus costados,
pues me retirará el saludo
si le nombro el otro lado.

¿A ustedes qué les parece?
-estarán de acuerdo, creo-:
¿presentar al Dr. Febles,
no les suena a cachondeo?

¿Acaso no es conocido
suficientemente aquí,
para que me haya escogido
por presentador a mí?

¿Qué puedo decirles yo,
y lo conozco de lejos,
de este médico de pro
que cura piel y pellejos,

al que además queda tiempo,
empleándolo con tino,
para dirigir con tiento
nuestro famoso Casino?

Nada más voy a añadir,
faltaría a la verdad,
de quien era un palanquín
y ha ganado con la edad.

Termino. Bromas a un lado.
Voy a cumplir el encargo
que se me ha encomendado
presentándole sin embargo,

muy en serio y con esmero.
Lo digo... con efusión:
Este es todo un caballero
y amigo de corazón,

   DOMINGO FEBLES PADRÓN

- - - - - - - - - - - - - - - - -