El primer alcalde de Santa Cruz (Retales de la Historia - 12)

Por Luis Cola Benítez  (Publicado en La Opinión el 26 de junio de 2011).

           El primer alcalde conocido de Santa Cruz de Añazo, cuando el lugar apenas había comenzado a ser el primer enclave castellano de Tenerife, parece que era extremeño y que había tenido su residencia en Teguise de Lanzarote, donde es posible que, además de criar ganado menor, ejerciera el oficio de herrero. Se trata de Bartolomé Fernández (o Hernández) Herrero, que por los datos que de él nos han llegado tuvo que ser hombre inquieto, emprendedor y tenaz.

          Desde que llegó a Canarias, en fecha indeterminada, comenzó a acumular méritos que hicieron de él una persona suficientemente conocida. Hacia 1477 se desplazó a Sevilla para prestar testimonio en la pesquisa de Pérez de Cabitos y, vuelto a Lanzarote, pasó a la conquista de Gran Canaria. Más tarde, durante casi un año, prestó servicio en la torre de Santa Cruz de la Mar Pequeña, en la vecina costa africana, y fue en 1499 cuando pidió autorización para avecindarse en Tenerife con su familia y ganados y un grupo de vecinos de Lanzarote y Fuerteventura. Eran tiempos muy difíciles para la salud de los pueblos y las autoridades desconfiaban de cuantos podían ser portadores de enfermedades, motivo por el que todo el grupo fue inicialmente confinado en cuarentena en la playa de Antequera, desde donde al poco tiempo pasó a establecerse en Santa Cruz.

          Es curioso que, al contrario de lo que hizo la mayoría de los pobladores que optó por fijar su residencia en La Laguna a la sombra de los poderosos, Bartolomé se quedó en el puerto, que apenas sería entonces un grupo de chozas y precarias construcciones, pero que aglutinaba todo el movimiento que el asentamiento de una nueva sociedad, con un impacto cultural de enormes proporciones, sin duda demandaba. Allí, Pedro de Vergara, que sin ser conquistador ocupó todos los cargos de confianza del Adelantado, había quedado encargado de los asuntos del puerto y, autorizado por un decreto de Fernández de Lugo, nombró a Bartolomé Fernández alcalde del lugar. El nombramiento tuvo que realizarse entre abril de 1500, en que Vergara fue nombrado alcalde mayor en la iglesia de Santa Cruz, y enero de 1501 en que Bartolomé aparece certificado por el Cabildo.

          Ya el Lugar y Puerto tenía alcalde y, entre sus primeras preocupaciones, se encontraba el abastecimiento de agua, por lo que comenzó a hacer aljibes y pozos, así como a montar las norias que dieron nombre a una de las calles más antiguas del poblado. Otro problema eran los materiales para la construcción y, al no encontrarse en las cercanías tierra adecuada para fabricar ladrillos, se traía en barcas desde Guadamojete y las maderas desde los bosques de El Bufadero. Pronto recibió datas del Adelantado en Geneto, Tacoronte, Valle Jiménez y otros lugares y, en 1508, compró al mismo Jiménez una casa en Santa Cruz, lindante con otra del Adelantado, que poseía huerta, pozos y horno, por 12.000 maravedís de la moneda de Canarias. Pero es evidente que desde un principio Bartolomé había decidido establecerse en la que desde su origen se denominaba Villa –título que se perdería con el tiempo–, puesto que desde 1500 cedió a su hijo Ibone sus casas de Teguise y las maretas que tenía en Arrecife, lo que indica la firmeza de su decisión.

          La responsabilidad del alcalde se orientaba especialmente hacia el puerto, el movimiento de pasajeros y de mercancías y en las pocas mejoras que se podían introducir. En 1505 había peste en Fuerteventura y Lanzarote y tenía que ocuparse del control de pasajeros y que no se acercaran barcas a tierra después de la puesta del sol, hasta que al recrudecerse la epidemia se prohíbe el desembarque de cualquiera que procediera de dichas islas, so pena de fuertes sanciones. El Cabildo le ordenó que la tercera parte de dichas penas fuera para aderezar el puerto, cuyo surgidero estaba entre la desembocadura del barranquillo de Cagaceite y la Caleta, que había que drenar con frecuencia por las jarretas rotas que se arrojaban, que rompían amarras y dificultaban el acercamiento de las naves. La multa era de 600 mrs., un tercio para el acusador y dos para el puerto, decreto que se mandó pregonar y fijar en la puerta de la iglesia.

          De 1509 nos llega la primera constancia documentada sobre administración pública del Lugar y Puerto, cuando el fiel ejecutor Alonso de las Hijas, a requerimiento de los vecinos y de acuerdo con ellos, hizo cierto asiento y ordenanza por do fuese regida la dicha villa, al tiempo que se fijaba el precio por molienda en las tahonas –40 mrs. por fanega de trigo–, lo que indica que ya en Santa Cruz existían molinos y no había que llevar el grano a La Laguna.

          Fue propietario de varias casas en Santa Cruz y de esclavos, llegó también a hacer transacciones con ganado mayor –caballar y vacuno– y, curiosamente, en el inventario de sus bienes aparece una balanza de pesar oro con sus pesas y medidas. Ocupó la alcaldía, al menos, hasta 1511 y testó dos veces, la última en 1516, poco antes de fallecer, siendo enterrado en San Francisco de La Laguna.