El honor de un Brigadier

Por José Manuel Padilla Barrera (Publicado en esta página el 20 de mayo de 2020).

    

           Esta historia que voy a contar ocurrió en el año 1871. concretamente entre el 31 de julio, y el 10 de agosto. Fueron sus protagonistas el Capitán General de Canarias don Luis Serrano del Castillo, mariscal de campo, y el ingeniero militar don Andrés Brull y Sinués, brigadier de Ingenieros, Director Subinspector de Ingenieros de Canarias. Los documentos que aquí se reproducen, se encuentran en el archivo de la Comandancia de Obras de Canarias, bajo el título "Cuestión entre el Capitán General y el Director Brull sobre el blanqueo del Cuerpo de Guardia de la Capitanía General".

 

          La Capitanía General se encontraba entonces en el Palacio de Carta, en la Plaza de Candelaria, que fue residencia de los capitanes generales hasta que el general Weyler la trasladó a su actual emplazamiento en la plaza de su nombre.                                                                                                    

 Carta Personalizado

 Fotografía del Palacio de Carta, donde  se ven las garitas del cuerpo de guardia objeto de la cuestión.

  

           Todo empezó en la mañana del 31 de julio, lunes. El brigadier recibía este escrito del Capitán General:
 
                     Sirvase V.S. disponer lo conveniente para que pasado mañana dos de Agosto próximo, se blanquee el Cuerpo de Guardia que ocupa la tropa en esta Capitanía General.

  

          El brigadier Brull preparó su contestación y a primera hora de la mañana del martes 1 de agosto, y la hizo llegar al Capitán General.
 
                    E.S. Siento no poder disponer el blanqueo del Cuerpo de Guardia de la Capitanía General con la  perentoriedad que lo ordena en su oficio de ayer porque no tengo fondos en caja ni consignación por    cuenta del ejercicio corriente,  pero quedo en prevenir lo conveniente al Comandante de la Plaza para que tenga efecto tan luego como sea posible.

 

            No había pasado mucho tiempo de esa misma mañana, cuando el ingeniero tenía sobre la mesa un nuevo escrito del Capitán General. En realidad se encontraban muy cerca, el acuartelamiento de Ingenieros estaba en el hoy desaparecido Castillo de San Pedro, junto a la Alameda del Duque de Santa Elena

                     Puesto que según me expresa V.S. en su comunicación, hoy no existen fondos en caja para el blanqueo del cuerpo de guardia de esta Capitania General, en el dia de mañana segun mi orden de ayer   dispondrá V.S. que se presenten en esta Capitanía General a recibir la cantidad que al efecto se necesite para efectuar el dicho blanqueo con arreglo a mi citada orden, en calidad de anticipo

  

          Todavía no había llegado la tarde de ese día, cuando el brigadier remitía a su jefe, lo que podríamos  llamar su réplica al escrito anterior

                     E.S.  No estando autorizado para ejecutar obras con fondos a reintegrar por que la intervención de los gastos corresponde al Cuerpo Administrativo del Ejercito, me veo en el sensible caso de manifestarlo   a V.E., por contestación al oficio que acabo de recibir referente al anticipo para que se  blanquee el  Cuerpo de Guardia de la Capitania General, pero respetando como siempre las disposiciones superiores y con el  deseo de que en el caso presente no se  demore el cumplimiento recurro al Sor. Intendente Militar en demanda de fondos anticipados, que es el único medio a mi alcance para la realización inmediata del objeto.

  

          Al día siguiente, miércoles 2 de agosto, cuando ya se  debería estar blanqueando el Cuerpo de Guardia, el Brigadier Director de Ingenieros se desayunaba con el siguiente escrito del Capitán General.

                      La  comunicación de V.S. de fecha de ayer en la que me manifiesta haber acudido al Sor Intendente Militar en demanda de fondos anticipados para blanquear el Cuerpo de Guardia de esta Capitanía   General, por no serle posible aceptar los que en calidad de reintegro y con el  expresado  objeto dije a  V.S. en oficio de ayer que facilitaría esta Capitanía General me hace conocer evidentemente que ha desobedecido  V.S.  mi  prevención referente al  particular. Las órdenes de la  primera autoridad militar del  Distrito deben acatarse y obedecerse puntualmente y si están en oposición con lo que previenen los  reglamentos vigentes, que parece es el caso en que V.S.  se  apoya, cumplidas aquellas pueden  elevarse a la superioridad las observaciones que se juzguen convenientes para dejar a salvo la  responsabilidad, que es lo que V.S. ha  debido   hacer.

                     En su consecuencia ordeno nuevamente a V.S.  que se cumpla mi disposición, en el concepto de que si mañana al mediodía no se está blanqueando el citado Cuerpo de Guardia me veré en el  imprescindible, aunque sensible caso, de tomar la providencia que corresponda.

  

          El desasosiego que este oficio produjo en el Brigadier Brull queda reflejado en el escrito que, inmediatamente  redactó, para que llegara a manos del Capitán General esa misma mañana.

                     E.S. La reprensión y el apercibimiento que forman parte del oficio de V.E. que acabo de recibir,  han producido en mi ánimo el consiguiente disgusto, porque en los años que llevo de servicio nunca he      dado motivo para que se lastime mi reputación militar, suponiéndome hechos o intenciones, en desacuerdo con las rigurosas prescripciones del deber.

                     Sabe V.E. que el servicio del Cuerpo de Ingenieros difiere y tiene que diferir del de armas, tanto por su índole especial cuanto porque tratándose de la inversión de fondos ni puede obrar por si, ni hacer  caso omiso del Administrativo del Ejército que es a quien toca realizarlos y fiscalizar su inversión, como interventor para tales efectos; en el incidente que motiva este escrito, he seguido en  cuanto a la tramitación el  único camino que me era permitido, porque no podía gastar sin tener, ni estaba en mis atribuciones mandar al Comandante de la Plaza que la hiciese cuando nada había en Caja y faltaba la consignación  correspondiente; además el pagador de Fortificación que depende del Comisario de  Guerra del  Ramo en lo que se refiere a  caudales, no puede incautarse de otras cantidades que las que se satisfacen por tesorería en virtud de libramientos de modo que cuantose mandase  fuera de esto era abusivo y ocasionado a una justificada resistencia.

                     Espero que después de lo expuesto quedaré rehabilitado para con V.E.   respecto a lo ajustado de mi  proceder, pero como la repetición de la orden, deprimiendo las consideraciones  que se  merece  un  Oficial General, me colocan en un caso de fuerza mayor, acudiré al  Sor. Intendente General para que si cree está en sus atribuciones dé orden al pagador a fin de que recoja los fondos de esa Capitanía General, y al Coronel Comandante de la  Plaza,  que cuando tenga a su disposición la cantidad que V.E.  facilite proceda a la ejecución del  blanqueo; reservándome producir la parte de queja que no puedo excusar en defensa  de  los fueros que son inherentes a las altas gerarquias militares.

  

          Remitido este escrito, no tardó en llegar, en esa misma fecha, otro del Capitán General, aparentemente ajeno al asunto, pero que realmente era un aviso a navegantes:

                      Sírvase V.S. disponer que se reconozca la  habitación destinada en el Castillo de Paso Alto  para prisión de oficiales, y en el caso de no encontrarse en el estado de decencia que corresponde ordenará V.S.  que se hagan desde luego en la misma los reparos que necesite. 

  

          Llega el día 3 de agosto, jueves, día en que ineludiblemente debería comenzar el blanqueo .El Intendente Militar haciendo de hombre bueno en este conflicto, comunica al Jefe de Ingenieros que se han adelantado al Pagador de Fortificación,125 pesetas, por cuenta de la consignación de material del ejercicio.

           Inmediatamente el Brigadier informa al Capitán General.

                     E.S.  He  recibido fondos a buena cuenta de la primera consignación del Arma y según me dice el  Coronel Comandante  de la Plaza, se ha dado principio al blanqueo del Cuerpo de Guardia de la Capitanía General.

  

          Como fue norma en todo este proceso, el escrito del Capitán General no se hace esperar.

                      Me he enterado de la estensa comunicación de V.S. fecha de ayer, en la que trata de aducir razones que justifiquen la imposibilidad en que se hallaba para dar el debido cumplimiento a mi orden referente al blanqueo del Cuerpo de Guardia de esta Capitanía  General, y en su vista me limito a contestarle que conozco perfectamente las consideraciones que deben guardarse a las distintas gerarquias de la milicia y la  obediencia que en todos los casos debe prestarse a los mandatos superiores, aun suponiendo que estos no se hallen en completa armonía con los reglamentos y órdenes especiales que también conozco, que puedan  regir sobre cualquier materia.

                     Por ello repito que  el deber de V.S.  era obedecer y dar cumplimiento a mi orden, sin perjuicio de hacerme las observaciones que juzgara convenientes, y que siempre atiendo  y veo hasta con gusto, cuando  se formulan con la templanza y respeto que corresponde tratándose de inferior a superior,  pudiendo además V.S. al mismo tiempo, si lo creia oportuno, haber acudido a la superioridad con las reflexiones que estimara del caso y aun en queja, haciendo para ello uso del derecho que a todos concede la ordenanza.

                    Con  lo  dicho doy por  terminado  este para  mi  enojoso asunto,toda vez que se está ya blanqueando el citado Cuerpo de Guardia.

  

          Aquí debió haber terminado este enojoso asunto como lo define el Capitán General. Pero no fue así. Don Andrés Brull, el día 9,  miércoles, día de correo, envía al Director General del Real Cuerpo de Ingenieros, un amplio informe sobre todo lo ocurrido, al que acompaña una instancia a S.M. el Rey(Don Amadeo de Saboya)

                     D. Andrés  Brull  y  Sinués Brigadier Director  Subinspector de Ingenieros de las Islas Canarias, se cree en la sensible necesidad de formular queja contra el Excmo Sor Capitán General de las mismas, por menosprecio a las consideraciones que se le deben como Oficial  General  del Ejercito Español, y por habérsele privado del libre ejercicio  de las  funciones de su empleo.

                   En tal concepto a S.M. rendidamente

                  Suplica, se sirva mandar que le haga justicia, reintegrándolo del menoscabo que ha sufrido su dignidad y devolviéndole la libertad de acción indispensable para el buen desempeño del servicio.

                 Gracia que espera alcanzar de los sentimientos de rectitud y equidad que enaltecen a V.M., cuya vida guarde Dios muchos años.

                                              Señor

                                    A.L.R.P. de V.M.

 

          Al día siguiente, porque como él mismo dice, lo considera un deber de atención, informa de su instancia al Capitán General.

                     E.S. Por  el  correo de ayer he dirigido al Ecmo Sor Ingeniero General una exposición para S.M. el Rey quejándome del proceder de V.E. con motivo del blanqueo que mandó hacer en el Cuerpo de Guardia de su Casa Palacio.

                      Lo que  pongo en conocimiento  de su  autoridad, por  parecerme un deber de atención.

 

           El escrito de contestación del Capitán General no tiene desperdicio

                   Quedo enterado de la comunicación de V.S. en que me manifiesta que ha dirigido a S.M. una exposición en queja contra mi autoridad. Está V.S. en su derecho, como yo en obligarle a que obedeciera mis ordenes.

 

          El Brigadier de Ingenieros don Andrés Brull y Sinués quedó en situación de Cuartel (disponible, diríamos hoy),por R.O. de  30 de septiembre de 1871. En abril del siguiente año fue destinado a Filipinas, donde tuvo una destacada y brillante actuación, especialmente, contribuyendo decisivamente a reprimir una sublevación del Regimiento de Artillería Peninsular en Manila. En mayo de 1879 ascendió a Mariscal de Campo.

          En toda esta cuestión, las posturas de ambos están muy claras. El Brigadier Brull habla en sus escritos, del cumplimiento estricto de leyes  y reglamentos, y de los fueros y consideraciones que se le deben a las altas jerarquías de la milicia. El Capitán General, Mariscal de Campo Serrano, lo hace de la obediencia que en todos los casos debe prestarse a las órdenes superiores. Es el eterno dilema.

          Lo decía don Pedro Calderón de la Barca:

                    Aquí la más principal hazaña es obedecer.

 - - - - - - - - - - - - - - - - - -