Mi adiós a un personaje inolvidable: Selina Armendáriz Gurrea

 
Por Antonio Salgado Pérez (Publicado en Diario de Avisos el 28 de marzo de 2020).
 
 
 
          Siempre atesoró una mirada azul, transparente, de sonrisa duradera. Su inmarchitable y acendrado fervor religioso era un escudo que irradiaba felicidad y paz interior. Y enriquecida por una locuacidad veraz y enjundiosa, su compañía se convertía en una inolvidable sesión de amenidad, conocimiento y sosiego. Y cuando le otorgaba alas a su privilegiada memoria, nos trasportaba a peculiares vivencias de su juventud, por ejemplo, al Teatro Mínimo que implantó  Josefina de la Torre; o a las anécdotas  de aquella mítica película  “El Ladrón de los guantes blancos”, original del tándem tinerfeño formado por Glez. Rivero y García de Paredes.
 
          En una sentida homilía, su director espiritual, don Norberto V. García Díaz, párroco de la iglesia del Sagrado Corazón de esta capital, señaló, entre otras observaciones, que “con su fallecimiento, se nos empañó el alma”.
 
          Y es que, Selina Armendáriz Gurrea, que a sus 97 años nos ha dejado para siempre, esparció tanta generosidad como bondad; prodigó de una forma muy especial y dilatada lo que significaba el verdadero amor al prójimo. Uno de sus hermanos, Gonzalo, héroe militar en la década de los años 30 del siglo pasado, les infundió firmeza y les consolidó la más pragmática resignación tras su óbito bélico. Resignación que Selina, siempre interpretó, en su prolongada y exquisita existencia, con una dulzura, caridad y ternura muy característica.
 
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