San Miguel de La Palma, noble y brava (Relatos del ayer - 39)

 
Por Jesús Villanueva Jiménez  (Publicado en la Revista NT de Bínter correspondiente al mes de septiembre de 2019)
 
 
 
          En la mañana del 29 de septiembre de 1492, un joven lugareño alcanzó a ver unas naves acercarse a tierra, con intención de fondear en la rada de Tazacorte, lugar perteneciente al cantón de Aridane de la isla de La Palma.
El muchacho corrió a dar aviso al príncipe Mayantigo, que con sus más fieles consejeros se acercó hasta la playa. Se trataba de dos navíos armados de cañones y una fragata de transporte, con novecientos hombres, armas, víveres y pertrechos. Al frente de la expedición estaba el adelantado Alonso Fernández de Lugo, gaditano de Sanlúcar de Barrameda. Había partido la pequeña escuadra de Cádiz, después de reclutar hombres en Sevilla y conseguir los cuartos necesarios para la empresa, luego de que en junio de ese año los Reyes Católicos le concediesen permiso para la conquista de La Palma, que debía realizarse en un año, a más tardar. Antes de llegarse a la isla de su objetivo, recorrió las otras ya castellanas y reclutó canarios de refuerzo.
 
          Fue cordial el encuentro. Don Alonso explicó a Mayantigo que traía intención de tomar posesión de la isla para la Corona de Castilla, con el compromiso de respetar la libertad de sus pobladores, igualando su trato a los castellanos, a condición del reconocimiento de la soberanía de los Reyes Católicos y de que los isleños abrazasen la fe de Cristo. No puso impedimento Mayantigo, sabedor del bienestar de los habitantes de la isla de El Hierro, ya castellana, y puesto que ya había firmado acuerdos -conocidos por el Adelantado- con el gobernador de la isla de Canaria Francisco Maldonado y el obispo Miguel López de la Serna, con la valiosa mediación de la indígena Francisca de Gazmira,  benahoarita* convertida al cristianismo. Satisfecho don Alonso de tan cordiales tratos, aquel jueves 29 de septiembre, día de san Miguel Arcángel, tituló San Miguel de La Palma la isla y mandó edificar en su memoria la primera ermita. 
 
          Avanzó enseguida el Adelantado en la isla, estrechando el mismo compromiso con Echedey, príncipe de Tihuya; con Tamanca, soberano de Guehevey; y con los hermanos Echentive y Azuquahé, príncipes del cantón de Ahenguareme. Sin embargo halló las primeras resistencias al llegar al cantón de Tigalate, cuyos príncipes, los hermanos Jariguo y Garehagua, se negaron a las pretensiones del gaditano. Comenzaba una ardua conquista, muy diferente a lo que había imaginado Alonso Fernández de Lugo, nada más tomar tierra en la playa de Tazacorte. Fue Tanausú, soberano de Eceró -una zona entre escarpadas paredes de roca, cubierta de tupida vegetación, que llamaban los palmeses Tabuventa*´*-, quien más bravamente se enfrentó a don Alonso. Hasta que el 3 de mayo de 1493, el valiente y corajudo príncipe fue derrotado y hecho prisionero, y, entonces, dada por concluida la conquista de La Palma. 
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*Benahoarita: Así llamado el pueblo aborigen de La Palma.
** Tabuventa: Hoy Caldera de Taburiente.
 
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