La Rambla de Santa Cruz

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en El Día el 7 de abril de 2019).
 
 
          La Rambla de Santa Cruz tuvo su origen en el tramo comprendido entre el camino de los Campos -calle José Naveiras- y la calle Santa Rita -Viera y Clavijo- cuando, en 1661, fue mandada a construir por el capitán general Gerónimo de Benavente y Quiñones, con el fin de poder estrenar y lucir su coche de caballos, primero que llegó a Tenerife, motivo por el que fue conocida como Paseo de los Coches.
 
01 - Paseo de los Coches 1880 Custom
 
Pase de los Coches  (1880)
 
         
          El capitán general Jaime Ortega la amplió en 1854, resultando una hermosa avenida de tres carriles, en la que en su parte central se plantaron 336 árboles. El Ayuntamiento, en agradecimiento, le puso el nombre de Paseo de Ortega.
 
          En 1917 se inauguraría el tramo denominado Rambla XI de Febrero, que iba desde el puente de Mandillo -Plaza de Toros- a los Cuatro Caminos -Plaza de la Paz-. 
 
          A partir de la Plaza de la Paz, nombre que conmemora el final de la Gran Guerra en 1919, la Rambla continuaba hacia el Sur, por el llamado Camino de la Costa, donde se formarían las actuales avenidas de La Asunción (1924) y Reyes Católicos (1932). 
 
          El 23 de junio de 1924, al tramo que transcurría desde la calle Viera y Clavijo hasta la plaza de Toros, el Ayuntamiento acordó ponerle el nombre de Marcos Peraza -Alcalde de Santa Cruz en 1912-  y, Rambla de Isabel II,  al comprendido desde Viera y Clavijo hasta Almeyda. 
 
          Sería el 5 de octubre de 1936, cuando el trayecto que transcurre desde la Plaza de la Paz hasta la calle Dr. Naveiras, se le denominó Rambla del General Franco.
 
          En abril de 1940, se le añadiría el tramo que va desde la calle Dr. Naveiras hasta la calle San Isidro y, al año siguiente, se continuaría hasta enlazarla con la carretera de San Andrés, actual avenida Francisco La Roche.
 
          La Rambla de Santa Cruz, nombre que la caracteriza desde 2008, es la vía diagonal de la Ciudad a lo largo de dos kilómetros. Tiene cuatro carriles para el tráfico, dos en cada sentido, y un paseo peatonal central, arbolado con laureles de India, plátanos del Líbano, flamboyanes y palmeras, así como parterres adornados con flores de temporada. 
 
          Paseando por ella podemos disfrutar de las esculturas que quedaron expuestas después de la exposición de 1973, así como de los palacetes del barrio de los Hoteles, lujosos hoteles, etc. 
 
          Cada tramo de La Rambla tiene sus características propias como el espacio que va desde la plaza de la Paz a la plaza de Toros, pues siempre ha sido el lugar elegido por las familias chicharreras para pasear los domingos y festivos y hoy es lugar de tertulia de jubilados. 
 
          Lugares emblemáticos como el trayecto que transcurre paralelo al parque García Sanabria, desde la calle José Naveiras hasta la calle Numancia, donde se colocaron dieciocho enormes vasijas de barro para que fueran utilizadas como tiestos para plantas trepadoras y el argot popular ha denominado Rambla de las Tinajas. 
 
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Paseo de las Tinajas, 1949
 
  
          Otros, por su carácter tranquilo y sosegado, han sido lugar de paseo de parejas de enamorados, así como de descanso y sosiego.
 
          También La Rambla tiene su Punto de Encuentro, localizado en la intersección  con la calle Viera y Clavijo. Este lugar, se conoce como La Estatua por haber sido la primera representación pública de una persona que se instaló en las calles de esta ciudad, y que durante muchos años sería la única.
 
          La Estatua homenajea al heroico capitán de Infantería Diego Fernández Ortega, natural de Santa Cruz de Tenerife, fallecido el 5 de enero de 1915, en la guerra de África.
 
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Inauguración de la Estatua  (25-07-1915)
 
         
          Su heroico comportamiento fue tan admirado por sus compañeros de armas que para inmortalizar su figura abrieron una suscripción y le erigieron este monumento, regalándolo a su ciudad natal el 25 de julio de 1915. 
Realizado por el escultor Enrique Cuartero y Huerta, en su pedestal figuran inscripciones con las hazañas que dieron lugar a sucesivos ascensos y condecoraciones pues, en el momento de su muerte, a los 26 años de edad, estaba en posesión de siete medallas, entre ellas la Cruz de Primera Clase del Mérito Militar con distintivo rojo y la Cruz de Primera Clase de la Orden de María Cristina, concedida a título póstumo. 
 
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