Un pequeño gran libro para un gran Casino

 
Por José Manuel Padilla Barrera  (Publicado en La Opinión el 3 de junio de 2018).
 
 
Nº 15-1 Custom  
 
          La Pequeña Historia de un Gran Casino ( El de Santa Cruz de Tenerife), así se titula el libro que hace unos días se presentó en el Real Casino de Tenerife. Se trata de una reedición porque este libro salió a la luz allá por mayo de 1964, su autor es Valeriano Weyler, del mismo nombre que su abuelo, el general que ha dejado en Santa Cruz una huella imperecedera, la Capitanía General y la plaza a la que algún iconoclasta pretende quitar su nombre, sin caer en la cuenta que con su nombre o sin él la plaza será siempre la plaza de Weyler porque  él fue quien la creó.
 
          Lo primero que salta a la vista con la lectura del libro es lo bien escrito que está. Ya Gumersindo Robayna , que era el presidente del Casino en la fecha que se publicó el libro, dice en el prefacio que Valeriano Weyler no era un neófito con la pluma. Pero es que de casta le viene al galgo. Su bisabuelo Fernando, médico, general de Sanidad  Militar, fue autor de libros de temas tan diversos como medicina, botánica o filosofía, y no hace muchos años sus libros seguían reeditándose. Su abuelo, Valeriano, el general, fue un hombre de fácil pluma, escribió un  gran libro: Mi mando en Cuba, cinco tomos que a pesar de lo arduo del tema resulta de agradable lectura. Su padre,Fernando, primero oficial de Caballería, después abogado y político del partido liberal  fue el último gobernador civil de Madrid antes de la proclamación de la República.  Cuando  era un teniente de  húsares a la salida de la Academia de Caballería escribió un libro titulado: Los Húsares. Fue un buen poeta lo que le llevó a ser autor de letras de cuplé, del género sicalíptico que se decía entonces. También hizo traducciones y adaptaciones de teatro francés, del vodevil, con gran éxito en el Teatro Español de Madrid.
 
          Y con esta saga a sus espaldas encontramos a Valeriano Weyler y López de Puga. Valeriano tenía 13 años cuando murió su abuelo en 1931 pero había tenido tiempo suficiente para departir a diario con su veterano antepasado, en la madrileña casa del Paseo de Rosales, contigua a la suya. Todas las tardes, cuando regresaba del colegio  era recibido por don Valeriano quien le narraba episodios de su intensa vida : las Antillas, Guerra Carlista, Canarias, Baleares, Filipinas, Cuba, el Ministerio, el Estado Mayor Central, la dictadura de Primo de Rivera… Tuvo tiempo asimismo de pasar con el viejo General varios veranos en su predio “Son Roca”, en Palma de Mallorca. El nieto adquirió, así, gran cantidad de información, acompañada de una profunda admiración por su abuelo que le duró toda su vida, que aumentó si cabe al documentarse exhaustivamente para redactar el libro que escribiría sobre él.
 
 Nº 10Valeriano Weyler y López de Puga - Ppio  años 60-1 Custom
 
Valeriano Weyler y López de Puga
 
         
          Quería ser marino de guerra y estudiaba para ello cuando estalló la contienda de 1936, siendo movilizado durante varios años, incluso hasta mucho después de acabar la guerra en España,  la Guerra Mundial, desafortunadamente, prolongó la militarización de muchos jóvenes españoles y truncó sus carreras. Posteriormente completó formación en leyes, administración y dirección de empresas, actividades que desarrolló en su vida profesional.
 
          Tras varios años en Venezuela, en 1961 decide trasladarse a Tenerife con su mujer y su hijo Valeriano, tierra que había visitado fugazmente en algunas escalas transatlánticas y de la que quedó profundamente enamorado.
 
          Esa vocación de marino de guerra le marcó para siempre, fue un experto estudioso de la guerra naval, escribió muchos artículos sobre las marinas de guerra de su época y sus análisis sobre los enfrentamientos navales en la 2ª guerra mundial son realmente muy interesantes. Esos artículos los escribía con el seudónimo de Michi.
 
          En 1946 publica su libro En el Archivo de mi Abuelo que al igual que éste del que hoy hablamos tiene un encanto especial, no es una biografía al uso, es un libro de esos que se puede leer de un tirón.
 
          Estando en Venezuela crea y dirige  una revista en la que figuraba en su portada: Revista al servicio  de la comunidad venezolana española,  se titulaba Don Quijote. Revista marcada por la nostalgia y el amor a la madre patria. Ya en Tenerife colabora en actividades, prensa y asociaciones tales como los Hidalgos de Nivaria.  Y cómo él mismo dice: Por diversas razones de índole personal y afectiva se le ocurrió bucear entre viejos papeles del Casino y a ratos libres, de manera totalmente desinteresada, escribe la obra que nos ocupa, entregándola finalizada  en 1964.
 
          Recurro de nuevo al prefacio escrito por Gumersindo Robayna,dice: "Valeriano Weyler ha sabido darnos con algunas pocas pinceladas una estampa cabal de lo  que fue el Casino y de lo que actualmente es, sin caer nunca en la farragosa sucesión de fechas, cifras y nombres que esta clase de trabajos suelen contener."
 
          Este  es un libro de historia, de pequeña historia dice Weyler, sin notas a pie de página, sin bibliografía. Como ocurría con el libro sobre su abuelo, se puede leer de corrido, más que se puede, diría que es un placer leerlo de un tirón.
 
          El desaparecido periódico La Tarde publicó el día 1 de noviembre de ese año de 1964 una elogiosa reseña y en su último párrafo decía: "No sólo sirve para dar a conocer el desarrollo del importante centro cultural, social y recreativo, sino que también informa con toda exactitud del proceso histórico de Tenerife a lo largo de los tiempos.  Cuenta nuestra historia con muy pocas palabras, con algunas pocas pinceladas que diría  Robayna. La capacidad de síntesis de la que hace gala es fantástica."
 
          Hace Weyler  un preciosa descripción de los bailes del Casino, haciendo por cierto la diferenciación entre bailes de reglamento y bailes extraordinarios, porque efectivamente según el reglamento de su creación, la sociedad se obligaba a celebrar bailes cada cierto tiempo, los extraordinarios eran homenajes a personalidades. Los bailes se anunciaban en la prensa así: “Mañana a las diez de la noche dará la Sociedad del Casino un gran baile a todos sus socios, en cumplimiento de uno de los artículos de su Reglamento”.  
 
          Sobre esos bailes antiguos  el autor hace  una consideración muy interesante: "Todo se desarrollaba, dice, con una ceremonia que para la juventud actual es desconocida y diríamos que hasta molesta. No hemos cambiado nada, sólo que los jóvenes rebeldes de entonces son hoy los mayores  que  defienden mantener las tradiciones."
 
          Cuenta Weyler la penuria que se sufrió durante los años de la 2ª guerra mundial. Escaseaban muchísimos artículos y el comercio con el exterior estuvo paralizado y en tales circunstancias la vida del Casino discurría con más pena que gloria. Y así era, en agosto de 1943 el Casino hacía este anuncio: “Se  pone en conocimiento de los señores socios que se han reanudado los servicios de bar restaurante en las terrazas de la sociedad, los usuarios del restaurante deberán ir provistos del correspondiente cupón del pan”.
 
          Con su amena y brillante prosa  Valeriano Weyler simula llegar a Tenerife a bordo de un navío por el suroeste como si rindiera viaje procedente de América del Sur, y va describiendo el paisaje  desde el mar  para luego desde tierra continuar con la propia ciudad de Santa Cruz hasta llegar a la plaza de Candelaria y allí al edificio del Casino del que hace una descripción minuciosa y encantadora.
 
          Podría seguir comentando sobre otros muchos aspectos muy positivos del libro pero me voy a quedar con lo dicho en el título:  “Un pequeño gran libro para un gran Casino”.
 
- - - - - - - - - - - - - - - - - -