Presentación de "Cuadernos de citas"

 
A cargo de Daniel García Pulido (Palabras pronunciadas en la presentación de Cuadernos de citas de José Anchieta y Alarcón en el Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna el 5 de abril de 2017).
 
 
          Excmo. Sr. Alcalde de esta ciudad, señores concejales, amigas, amigos,
 
          Quisiera empezar por el final, con un agradecimiento emotivo hacia la figura de Anchieta y Alarcón. Sus desvelos, sus horas y horas, acumuladas en días, semanas, años de paciente transcripción de documentos, de fragmentos de información..., son algo sencillamente impagable. No sé si él pensó alguna vez que llegaría un día como el de hoy, en el que sus palabras, su legado, se publicase y quedase al alcance, por fin, de cualquier persona. Quiero imaginarme que Anchieta y Alarcón, donde quiera que se encuentre su esencia, está orgulloso de su labor, que hoy alcanza una meta ansiada: él invirtió todo ese tiempo en una pasión, y esa pasión era no perder nuestra identidad, nuestro vínculo con el pasado, con sus hechos, sus protagonistas (ya sean humildes o nobles), con el terruño, a fin de cuentas. Y hoy ese legado cumple su objetivo primordial y trasciende la esfera del calor de los archivos para pasar a la lectura privilegiada de cualquier persona amante de nuestra historia.
 
          D. José Antonio de Anchieta y Alarcón, regidor, o lo que es lo mismo, consejero del antiguo Cabildo de la isla de Tenerife, de la que fue procurador mayor durante muchos años, dedicó gran parte de su vida a recopilar registros del acontecer histórico, político, social y económico con la intención de legarlos a futuras generaciones para que conociesen la realidad de su época. Fruto de todos sus desvelos nacieron estos Cuadernos de Citas.  
 
          Estos Cuadernos deben entenderse en el presente como aquellos antiguos «rapiari» -colecciones o misceláneas de textos recogidos de innumerables fuentes documentales, algunas de ellas hoy lamentablemente perdidas-, que buscan conformar un corpus accesible y en cierta forma ordenado de referencias del pasado insular, especialmente acerca de la isla de Tenerife. Este inmenso caudal de registros es en sí mismo un paradigma dentro de la tendencia usual vigente desde finales del siglo XVII hasta finales del Setecientos. Anchieta y Alarcón sigue esa línea que busca alcanzar un conocimiento exhaustivo de la realidad documental habida hasta aquel entonces, siempre con el propósito de no perder el vínculo con las épocas pasadas de forma directa e inequívoca. En ese sentido el célebre historiador José de Viera y Clavijo define a nuestro autor como "apasionado por todo género de antigüedades de la patria, se hizo un segundo Núñez de la Peña, registrando todos los archivos, todos los oficios públicos de escribanos, todos los papeles y códices, apuntando, anotando y transcribiendo lo que juzgaba más curioso y digno de la posteridad". Nuestro agradecimiento especial a Anchieta y Alarcón se basa precisamente en esa elección, por haber sido "valiente" y seguir adelante frente a críticas mordaces como de la de su casi contemporáneo, Lope Antonio de la Guerra y Peña, quien escribiría que nuestro autor "lo más que dejó a sus hijas fueron papeles, pues toda su vida la gastó en amontonar citas de instrumentos". Gracias, Anchieta y Alarcón, por ser indiferente a esos "dimes y diretes", por ser fiel a su pasión (que dicen que es una de las claves de la felicidad en esta vida) y por servirnos de ejemplo también hoy, en una época en la que el egoísmo se "premia" mediante los currículum, bien a través de los índices de impacto o con el márketing llevado al campo de la investigación impresa. Gracias, Anchieta y Alarcón, por ser, a fin de cuentas, una muestra de sencillez, de generosidad desprendida, un reclamo para quienes adoramos las fuentes documentales como base del debate histórico y de nuestra idiosincrasia y por ser, en ti mismo, un homenaje a la honestidad.
 
          Esta serie de Cuadernos, que complementan perfectamente el diario personal de nuestro autor, han constituido desde ya mediados del siglo XIX una inestimable fuente de información aunque solo para un privilegiado grupo de investigadores del pasado de Tenerife y de las Islas. Solo este grupo ha podido consultar en los diferentes archivos toda la documentación que conforma este interesante legado. En sus miles de folios figuran infinidad de referencias válidas desde temas genealógicos o costumbristas, pasando por judiciales, económicos, militares, agrícolas o sencillamente opiniones o juicios de valor, y no solo para el siglo XVIII sino que trascienden a épocas anteriores, consiguiendo vincular de manera precisa en no pocas ocasiones datos de centurias pasadas (XVI, XVII). Puede asegurarse que todo lector que se adentre en este trabajo va a encontrar algún aspecto que atrape su atención o su interés, y prueba de ello es la abundancia de datos que, con el tiempo, se han tomado de este cronista, sin citarse por desgracia muchas veces de manera legal o fehaciente su origen. Por eso hablábamos antes de la honestidad, de reivindicar la figura de nuestro autor como fuente intermedia, respetando siempre el trabajo y el tiempo de quienes quedaban atrás. Anchieta y Alarcón nos brindó un testimonio valiosísimo de sus afanes, volcado en mares de tinta con el único objetivo de perpetuar el conocimiento de unos tiempos vitales para el devenir de Tenerife y del Archipiélago. Según sus propias palabras...
 
           "<En> muchas ocasiones apunto esto de noche y el sueño que casi me vence hace que en muchas citas falte alguna palabra, que por no ir a acostarme estoy leyendo y escribiendo hasta muy tarde de la noche, que pasa de las doce".
 
          La transcripción, clasificación y anotación de este material ingente e inédito estamos convencidos de que aportará un formidable campo de trabajo, análisis y estudio para multitud de investigadores, estudiosos y profesionales de la historia debido al amplio abanico temático que tocan estos ricos apuntes. En este sentido no debe obviarse la circunstancia de que muchos de los testimonios o citas que recogió hoy ya no pueden obtenerse bien por pérdida de los documentos originales (como es el caso de parte de las escribanías de La Orotava) o por desaparición de los propios elementos constitutivos de dichos apuntes. Anchieta y Alarcón incluye croquis, esquemas y pequeños dibujos que enriquecen la dinámica informativa de sus escritos, no dudando incluso en acompañar el texto con anotaciones crípticas que esconden comentarios "extras" dotados de una jugosidad e intimidad indudables. A lo largo de las "Citas" existen llamadas de atención evidentes de su autor que predisponían todo para que estos apuntes se publicasen en algún momento como herramienta, como referencia e incluso como modelo de comportamiento de tiempos pasados -véase como ejemplo cuando dice "pongo esto así por el transcurso de los tiempos y <para que> lo vea otro que hubiere estas apuntaciones"-, o afirmando, cómo hace en uno de los rincones de estas citas, que "esta es la primera noticia que de caso tan grave llega a esta Isla, o a lo menos que yo José de Anchieta lo haya oído, y tengo para mí que ello es más grave de lo que ahora suena y que ha de dar mucho esto de sí" (se refería, en este caso, a los primeros ecos sobre la masonería).
 
          Ya en el "Diario" Anchieta y Alarcón hacía gala de esa indirecta enseñanza y didáctica moral, y en las "Citas" solo se refuerza esa concepción de búsqueda de la igualdad, de la pureza, de lo correcto. En esa línea es llamativo el largo número de casos de corrupción, de apropiación indebida, de abuso de poder, de maniobras de evitación e incluso detalles de votaciones fraudulentas, entre muchas otras actividades, cuyos resultados se desgranan y se "leen" sin ambages, amparados por la documentación del momento. Ya de hecho el mencionado Viera nos reflejaba que Anchieta y Alarcón "fue siempre de los más asistentes al Ayuntamiento de la Ciudad, comisionado por él para muchos encargos de gravedad y representación, y Diputado en varias ocasiones de cumplimientos".
 
          Los Cuadernos de citas son una poderosa herramienta de trabajo y un material que trasciende la definición que pudiera dársele de mera recolección de apuntes. A través de todos y cada uno de estos registros Anchieta y Alarcón pretende acercarnos a ese control de la información sobre la propiedad de la tierra, sobre el pasado mismo de las personas, sobre acuerdos políticos o comerciales, acerca de elección o dimisión de cargos, e incluso llegando a atisbarse consideraciones morales o religiosas. Una de las características más notables que queremos patentizar es la "cercanía" de Anchieta y Alarcón al conocimiento de la realidad de dos siglos atrás, justo tras la conquista, con una certeza cuasi-absoluta sobre las datas, sus repartos y evolución de la propiedad desde entonces. Este hecho confiere a las "Citas" la categoría de puente entre nuestro presente y ese Tenerife colonial, sin duda una oportunidad poco frecuente de acercamiento histórico desde la óptica documental. El trabajo del cronista orotavense se conforma, en la actualidad, en un nexo insoslayable para conseguir vincularnos al momento del repoblamiento, a través del siglo XVIII; ahora nuestro trabajo debería centrarse en recuperar ese enlace perdido con el Setecientos, para desde allí alcanzar, merced al trabajo de estos eruditos "papelistas" del siglo XVIII, a los primeros momentos históricos de Tenerife.
 
          Como ejemplo del potencial de estas Citas hemos podido reafirmar y sacar del ámbito de la estricta leyenda la presencia de una barca en las aguas de la antigua laguna que da nombre a esta bellísima ciudad, o se ha reconstruido la apariencia interna y decorativa de la antigua iglesia que custodiaba la desaparecida imagen de Nuestra Señora de Candelaria.
 
          En el apartado de agradecimientos, en primer lugar al Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, en la persona de su alcalde, D. José Alberto Díaz, por financiar la edición de esta obra de recuperación documental, y en esa misma línea, a Ediciones Idea -tanto a su director, D. Francisco Pomares, como al director de la colección, el profesor D. Rafael Padrón, por confiar en mi trabajo para que este vea la luz de una forma tan ilusionante. La huella del buen hacer y la forma de editar de mi buen amigo Rafael es la “culpable” de la elegancia de esta edición, eso puedo certificarlo. Mil gracias también a D. Juan Manuel Castañeda, por su valiosísima y profesional labor de asesoramiento cultural y porque sé que ha tenido mucho que ver en que todo este proyecto se haga realidad. Al Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife -particularmente a Mayte y a Trini -, al Archivo Municipal de La Laguna -en la persona de su director, Luis González Duque-, a la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife -y en ella, a Cris, víctima también de mis andanzas archiveras- y al Archivo Diocesano de Tenerife -en la persona de su director, Miguel Ángel Navarro Mederos, con palabras de agradecimiento también a Carmen Luz, David, Vicky y Vile-, gracias a todos y todas por las facilidades y generosidad con la que siempre me tratan al ir a consultar sus fondos. Sin su colaboración no hubiera sido posible este "pequeño milagro" en cinco volúmenes se haga realidad, se haga papel…. o pdf. 
 
          No puedo dejar en el tintero el agradecer el apoyo constante y fecundo de todas aquellas personas que han colaborado en momentos puntuales en esta "carrera de fondo" que ha sido la transcripción de las "Citas". Por un lado destacar la labor encomiable, tanto profesional como personal, del doctor y archivero Carlos Rodríguez Morales, quien me ayudó en todo momento en aras a obtener la edición más correcta y digna posible dentro de nuestras posibilidades. Agradecer el sacrificio y el detalle que han tenido conmigo (y con Anchieta Alarcón) tanto él como el profesor José Antonio Ramos Arteaga, por sus palabras esta noche aquí y porque soy plenamente consciente de sus muchísimos compromisos. El que hayan hecho un paréntesis para acompañarme en esta jornada nos habla con claridad de la calidad humana y profesional de ambos. Gracias, por supuesto, a mi querido amigo Adán Rocío Palmero por encarnar a nuestro autor hoy y "hacerlo presente" de una forma tan magistral. No pueda dejar de nombrar, por un lado, a la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, servicio en el que tengo el enorme privilegio de trabajar junto a un maravilloso colectivo de compañeras y compañeros, a quienes debo tanto; y por otro lado, a la Tertulia de Amigos del 25 de Julio, entidad de labor desprendida en apoyo de nuestro patrimonio material e inmaterial cuyo ámbito trasciende ya la esfera de la propia Gesta y de esa ciudad de Santa Cruz de Tenerife que la vio nacer. A todos y cada uno de los tertulianos y tertulianas, gracias por su apoyo y empuje, siempre. Asimismo, palabras de agradecimiento sincero y afectuoso para quienes han sido como mi familia en el día a día y me han apoyado en los momentos duros de estos últimos años: Carmen García, Elena Abreu, Guido Gianoli, Manuel de Paz, María Luisa Morales, Mercedes Belda, Mila Dorta, Nelson Díaz, Paz Fernández Palomeque, Reyes Amador, Rosa Afonso, Ruth Hernández, Verónica Salcedo, Yaiza Martínez, quienes en una u otra faceta han aportado su grano de arena para que este individuo y su proyecto llegasen a buen puerto. Un apartado especial para mi añorado y entrañable amigo Luis Cola Benítez, al que siempre agradeceré todas sus enseñanzas y llevaré conmigo en todos mis proyectos.
 
          Finalmente, la dedicatoria de todos estos afanes, con el permiso del cronista Anchieta y Alarcón, se la llevan mis queridos padres, José Luis García Pérez y María Cristina Pulido Rodríguez, q.e.p.d., a quienes brindo este esfuerzo intelectual como testimonio, prueba y fruto de sus desvelos en mi formación vital como persona, espíritu y -en la simbiosis de ambas- como investigador. 
 
          A todos, muchas gracias por acercarse esta tarde-noche aquí. Disfruten del Diario y de los Cuadernos de citas de Anchieta. Estoy seguro que él estaría encantado de vivir estos momentos con nosotros.
 
- - - - - - - - - - - - - - - - - - -