Lo que el tiempo se llevó

 
Por Natalia Torres  (Publicado en el Diario de Avisos el 12 de julio de 2015).
 
 
 lo-que-el-tiempo-se-llevo Small
         
 
 
 
          El debate sobre el patrimonio histórico de Santa Cruz de Tenerife no tiene fin. La denuncia de historiadores, arquitectos y asociaciones diversas sobre su mala conservación pretende llevar en volandas al Ayuntamiento para que aborde de una manera sensata y urgente lo que aún queda en pie y se conserva. El antiguo Balneario, protagonista esta misma semana por el accidente de unos jóvenes al caerles encima uno de los muros internos del edificio, sirve para ejemplificar lo que ha sido la evolución de la historia de los inmuebles en la ciudad: abandono, desidia, ruina y demolición para empezar de nuevo. Eso hace que la capital no tenga casco histórico, según defienden algunos especialistas como la doctora en Historia del Arte Ana María Díaz Pérez. O como afirma el arquitecto Sebastián Matías Delgado: en Santa Cruz no hay un lugar concreto al que enviar a los visitantes que preguntan por el casco histórico, entre otras cosas, porque lo que queda está disperso y lo que no hay fue sustituido por nuevas construcciones que alejan a la ciudad de su pasado.
 
          Ana María Díaz ofreció recientemente una conferencia en el Museo de la Naturaleza y el Hombre, dentro de las jornadas Descriptio Urbis, que llevaba por título "La ciudad sustituida", un recorrido por el Santa Cruz antiguo y por sus símbolos desaparecidos o trasladados de sus ubicaciones originales que hace que se desdibuje el conjunto histórico. Díaz, a través de su recorrido por la capital, califica de “graves errores sin marcha atrás” muchas decisiones tomadas en el pasado. Para esta mujer, también miembro del Instituto de Estudios Canarios, de la Tertulia de Amigos del 25 de julio y de la Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel, la sucesión de decisiones erróneas en torno al patrimonio ha supuesto “la privación de un interesante casco histórico”, por lo que invita a que se tome conciencia de ello para evitar repetirlos en el presente.
 
          La ponencia de Ana Díaz permite dar ejemplos concretos de lo que ha desaparecido en la capital y que ella enlaza a través de las distintas sedes que la Capitanía General de Canarias tuvo en la ciudad a lo largo de los siglos. Ese camino de la “ciudad sustituida” comienza en el desaparecido Castillo de San Cristóbal (siglo XVI), sede de la primera Autoridad Castrense, espacio que hoy ocupa la plaza de España. Allí se alzó la que fuera la primera fortificación importante de Tenerife, desaparecida a principios del siglo XX. La última remodelación de la plaza de España permitió encontrar sus restos. Ahora, sobre ellos se sitúa un lago artificial. Un centro de interpretación permite visitar los restos encontrados. Díaz cita al cronista oficial de Santa Cruz, Luis Cola Benítez, para reseñar lo que opina de esta remodelación: “Nos han arruinado, sin necesidad, una de las más hermosas entradas de todas las ciudades marítimas españolas”.
 
Reproducción
 
          En contraposición a esta desaparición, está la reconstrucción de la portada que daba entrada a la que hoy se conoce como Alameda del Duque de Santa Elena, aunque originariamente fue la Alameda del Duque de Branciforte (finales del XVIII). Este espacio que reproduce los pórticos originales que también desaparecieron en su momento, acoge la Fuente de Los Delfines, de la que ahora sólo queda su base. Se perdieron, precisamente, los elementos que le daban nombre y que la coronaban entrelazados.
 
          La Alameda da paso a la plaza de La Candelaria, en la que se conserva la única edificación del siglo XVIII que se mantiene en pie en la ciudad, el Palacio de Carta, y que también fue sede de la Capitanía General.
 
        En esta plaza estaba la casa que fue primer Ayuntamiento de Santa Cruz, una casona de dos plantas en la que nació el político Leopoldo O’Donell y que también albergó a los militares. Tan significativo edificio fue demolido y en su lugar se construyó el inmueble que hoy ocupa el Banco Santander. En la misma plaza y ambos lados del Palacio de Carta se levantaban otros dos históricos enclaves. Uno es el que fuera el Hotel Victoria, que hoy está ocupado por Zara, y el otro es la casa en la que nació el músico Teobaldo Power (hoy apartamentos Plaza).
 
          Díaz señala otro de los lugares en los que la Capitanía General se instaló y que fue demolido: una vivienda en la vía de la Marina, esquina a la de Emilio Calzadilla, que posteriormente albergó al Hotel Italiano. Ahora hay un moderno edificio en el que se ubica el Banco Sabadell. “En nuestra opinión fue un error que se demoliera ese ejemplo de la arquitectura canaria de aquellos años”, señala. El acomodo definitivo de la representación militar llevó la Capitanía hasta la actual plaza de Weyler, donde el viejo Hospital Militar fue derribado a finales del siglo XIX y se construyó un edificio neoclásico, que se completó con el conjunto de la plaza de Weyler.
 
         El recorrido de Díaz termina en este enclave capitalino, pero hay otros como por ejemplo el Teatro Guimerá, que se levanta sobre el solar en el que estaba el convento de Santo Domingo, lugar en el que se hicieron fuertes las tropas inglesas del almirante Nelson. Si se vuelve al entorno de la plaza de La Candelaria, tal y como describe el profesor José Manuel Ledesma en un artículo dedicado a este lugar, en la última reforma del espacio se recolocó la primitiva fuente de la Pila que le dio su primer nombre al lugar, uno de los pocos testimonios materiales que perduran del siglo XVIII, “aunque no se colocó en su sitio original sino en el que antes ocupaba la Cruz de Montañés”. Este último elemento es otro de los que se encuentra desplazado de su ubicación original. Data de 1729 y debido a la reforma de la plaza, la cruz de mármol se trasladó a la plaza de San Telmo. Con la desaparición de este lugar fue a parar a su actual emplazamiento, en la plaza de la Iglesia, junto a la parroquia matriz de la Concepción, escondida tras las rejas del jardín. Casi invisible, como los cinco siglos de historia de Santa Cruz de Tenerife.
 
- - - - - - -- - - - - - - - - - - - -