Palabras pronunciadas en el acto de descubrimiento de una placa en la casa en que nació el Maestro Sabina

 
A cargo de José Manuel Bermúdez Esparza (Acto de descubrimiento de una placa en la casa en que nació don Santiago Sabina, el 11 de abril de 2015)
 
 
 
          Próximos a cumplirse cincuenta años del fallecimiento de Santiago Sabina Corona, el Ayuntamiento quiere sumarse hoy a esta iniciativa de la Tertulia Amigos del 25 de Julio, tan justa como oportuna, en tomo a la figura del insigne músico santacrucero. Una iniciativa con la que renovamos el tributo de gratitud a quien contribuyó al realce educativo y cultural de la ciudad que le vio nacer, a finales del siglo XIX, en el inmueble situado donde hoy descubrimos esta placa conmemorativa.
 
        Esa renovación, relativa a un nuevo homenaje, tiene que ver con otras dos manifestaciones de reconocimiento testimoniadas con anterioridad. Nos referimos a la concesión de la Medalla de Plata de la ciudad, en 1953, igual que a la dedicatoria de una calle, en 1969, tres años después de su fallecimiento, localizada entre la avenida Islas Canarias y la calle Simón Bolívar, muy próxima a la que lleva el nombre de un genio de la música como Manuel de Falla.
 
          En todos los casos, en cualquiera de estos homenajes, la determinación del Consistorio es la expresión del sentir popular hacia una personalidad de la cultura y las artes, Un hombre que desarrolló la mayor parte de su prolífica carrera musical fuera de la Isla y que, en un momento dado, cuando saboreaba las mieles del éxito, optó por regresar y volcar aquí todo el conocimiento y la experiencia adquirida.
 
          El repaso de su florida biografía, minuciosamente compendiada por Ana María Díaz Pérez, la gran impulsora de este homenaje, nos permite apreciar la magnitud de su exitosa trayectoria, como compositor y director, dentro y fuera de nuestro país. Una carrera desarrollada de manera vertiginosa, con actuaciones en los más célebres recintos musicales de Europa y América, cuyas referencias llenaban de satisfacción a la población local, orgullosa por la notoriedad de su paisano.
 
         Se comprende así lo que supuso para Santa Cruz el retomo del maestro Sabina, allá por la década de los treinta, con 42 años de edad, en plenitud de condiciones. Empeñado en la puesta en marcha de la Orquesta de Cámara de Canarias, con una sólida vinculación al Teatro Guimerá desde sus orígenes, fue capaz de devolver a los aficionados su pasión por la música, al tiempo que desarrollaba una prolífica producción compositiva y se sumaba al profesorado del Conservatorio.
 
          Lejos de envanecerse, nuestro homenajeado mostró en todos sus actos una humanidad equiparable a su talla intelectual y artística, una circunstancia que acrecentó la estima colectiva en tomo a su persona. De ahí el sentimiento de pesar y tristeza que embargó al mundo de la música -y en general al conjunto de la sociedad santacrucera- al conocerse la noticia de su fallecimiento.
 
          Por fortuna, la desazón inicial se tomó en compromiso por conservar vivo su legado, teniendo como resultado el mantenimiento de una agrupación que a día de hoy, convertida en Orquesta Sinfónica de Tenerife, nos prestigia dentro y fuera de nuestro país. Una formación artística de primer nivel, integrada en muchos casos por músicos adiestrados en nuestro Conservatorio, al que tanto dio también el admirado maestro Sabina.
 
          Ahora, medio siglo después de su desaparición, perpetuamos aquí el recuerdo de la ciudad a uno de sus hijos más ilustres, y lo hacemos donde nació, en este Toscal lleno de solera y tradición, lugar en el que Santiago Sabina halló la inspiración necesaria para forjar su inquietud por la música, el germen suficiente para combinar melodía, ritmo y armonía hasta conmover a la persona, Toda una virtud solo reconocible en los artistas.
 
          Muchas gracias.
 
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