Las dos banderas inglesas de Santa Cruz de Tenerife

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por Luis Cola Benítez  (Publicado en El Día el 9 de febrero de 1997)

         

           Este año se conmemora el Bicentenario del hecho de armas más glorioso de Canarias: la victoria de Tenerife, de sus tropas, milicias y paisanos, frente a las fuerzas de desembarco de una división de la escuadra británica, enviada por el almirante Jervis, conde de San Vicente. Los asaltantes venían al mando del contralmirante Horacio Nelson, cuya gloriosa trayectoria le configuraría como héroe de renombre universal, y que aquí fue derrotado física y militarmente. Los defensores, con escasos medios, mal equipados y, salvo raras excepciones, sin experiencia, actuaron bajo el mando de un hombre, el general don Antonio Gutiérrez de Otero, comandante general de Canarias, que a lo largo de su vida profesional derrotó por tres veces, en distintos escenarios insulares -Malvinas, Menorca y Tenerife- a las fuerzas inglesas.

          Numerosos fueron los trofeos que de aquella brillante acción quedaron en Santa Cruz: fusiles, pistolas, sables, picas, cañones, escalas de asalto, tambores y... banderas. Muchos de ellos se han perdido o permanecen ocultos en colecciones privadas; otros, se han dispersado con el correr de los años; unos pocos están localizados en  instituciones o colecciones foráneas, cuando lo lógico sería que permanecieran entre nosotros, pues Santa Cruz de Tenerife selló con sangre su título de propiedad.

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          En la actualidad, entre otros objetos preciosos que nos recuerdan el hecho, se custodian dos banderas británicas en el Museo Militar Regional de Canarias, con sede en el fuerte de Almeida de nuestra Capital, una de ellas perteneciente a la fragata Emerald, buque que formaba parte de la escuadra atacante. Hasta hace pocos años, estas banderas se encontraban depositadas en un rincón de la capilla de Santiago de la iglesia de la Concepción, cerca del sepulcro del general Gutiérrez, pero no siempre han estado las dos enseñas en Santa Cruz.

          En 1850, la inconsciencia de un alcalde llevó a que nuestro Ayuntamiento donara una de ellas al Museo Naval de Madrid, entonces en formación. Afortunadamente, el sentir popular se tornó entonces en verdadero clamor, y por una Real Orden de septiembre del mismo año se ordenó la devolución a su legítimo titular, el pueblo de Santa Cruz. La autenticidad de al menos uno de estos preciados trofeos ha sido puesta en duda en alguna ocasión, y ello ha ocurrido por no disponerse hasta ahora de una más completa información. Como dice nuestro admirado profesor Rumeu de Armas, “se ha venido discutiendo durante mucho tiempo si fueron dos o una las banderas tomadas a las tropas de Nelson en el desembarco del 25 de julio”, debido a que unos autores se refieren a las banderas -en plural- y otros únicamente hacen mención de una. Y así es.

           Sin pretender agotar la larga y variopinta nómina de historiadores y cronistas, es cierto que don José de Monteverde, alcaide del castillo principal de San Cristóbal, en su famosa Relación circunstanciada, sólo cita una bandera entre los trofeos tomados al enemigo. También, el alcalde real don Domingo Vicente Marrero, en su relación inédita, señala que “entre los muchos despojos que se les tomaron un artillero miliciano encontró una bandera doblada dentro de una lancha, que luego se supo era la que conducían para enarbolar en el Castillo Principal.” Igualmente, en los relatos que describen la procesión que en conmemoración de la victoria alcanzada se celebró el día 30 de aquel mes de julio, se indica que, tras la imagen del Apóstol Santiago, varios oficiales portaban la bandera del Emerald, sin que se haga mención a ninguna otra.

           Sin embargo, un historiador, que aunque no vivió aquellos hechos escribió con relativa proximidad a ellos,  Francisco Mª de León, después de afirmar que “tomámosles un cañón de campaña, una bandera...”, dice en nota al texto, que “estas banderas (en plural) colocáronse como trofeos en la capilla de Santiago de la parroquial de Santa Cruz”, con lo que comienza a nacer la duda de si fueron dos o una.

          Esta discrepancia se mantiene con el transcurrir del tiempo. Así, por ejemplo, Dugour afirma que “las banderas tomadas al enemigo serán el recuerdo perenne de tan memorable acción”; Rodríguez Moure considera como único trofeo la bandera del Emerald, y lo mismo opina Rumeu de Armas; también Lanuza señala que “las banderas capturadas a los ingleses... no fueron dos, sino una”; mientras que Cioranescu señala que habían caído en manos de los canarios dos banderas británicas.” 

         Actualmente, aunque sigamos sin conocer el motivo por el que en la procesión conmemorativa de 1797 sólo se sacó uno de estos trofeos, se puede afirmar que fueron dos las banderas dejadas por las tropas británicas en su frustrado intento de apoderarse de Santa Cruz. Se conocen, incluso, los nombres de los que las encontraron y el destino que les dieron. Y ello ha sido posible gracias a la labor de recopilación e investigación del coronel don Juan Tous Meliá, director del Museo Militar de Almeida, que ha rescatado del Servicio Histórico Militar, donde permanecía oculta, una relación, además de inédita, desconocida hasta ahora para la historiografía de la Gesta. Se trata del Diario de Operaciones del batallón de Infantería de Canarias”, que mandaba el teniente coronel don Juan Guinther, correspondiente a las fechas en que tuvo lugar el ataque inglés. Este documento, en unión de otros no menos interesantes, se encuentra en vías de publicación por iniciativa del mencionado Museo y de la Tertulia de Amigos del 25 de Julio, bajo el patrocinio del Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz.

          Aunque no se señala su autor, por el texto se deduce que lo es el propio comandante de la unidad, que es sabido tuvo una destacadísima actuación en la lucha por las calles de Santa Cruz, desde el mismo momento del desembarco de los enemigos. De forma especial, su acción se desarrolló en el sector Sur de la población -desde el actual edificio de Correos hasta la desembocadura del barranco de Santos-, hasta que los atacantes sacaron bandera blanca en el antiguo convento de Santo Domingo, actual emplazamiento del Teatro Guimerá. Por lo tanto, mientras que los testimonios de otros cronistas coetáneos -Monteverde, Marrero, etc.- forzosamente tuvieron que basarse en noticias de segunda mano, el de Guinther corresponde al jefe de las tropas que tomaron las banderas, una en la desembocadura del barranquillo del Aceite y, la otra, en el barranco de Santos.

          Respecto a la primera, reseña Guinther que el cabo de Milicias Diego Correa, los soldados del Batallón Josef Saavedra, Juan Fernández Coca y Francisco Miguel, y los milicianos agregados Josef Dorta y Josef Marrero, hicieron veintitrés prisioneros en el citado barranquillo, que llevaron al castillo principal de San Cristóbal; regresaron, y “recogieron un Cañon Violento, un Canasto de Cartuchos..., una Vandera...”, entre otras cosas. Y añade que “todos estos trofeos entregaron al Capitan de Artilleria Dn. Clemente Falcon”, que mandaba la batería de la Concepción, situada junto a la casa de la Real Aduana.

          En cuanto a la segunda, la encontrada en el barranco de Santos, deja constancia de que la sacó de una de las lanchas inglesas Manuel Vizcocho, en unión de una “caxa de guerra” -tambor- “cuya Vandera y caxa de guerra”, añade, remitió el propio Guinther al general Gutiérrez con el capitán agregado al Batallón don Francisco Suárez y don Ventura del Campo, en funciones de Ayudante. Y termina señalando: “Estas dos referidas Vanderas se han colocado en la Yglesia Parroquial en el Altar de San Tiago”.

          Confiamos en que habrán quedado disipadas las dudas existentes para algunos sobre la autenticidad de estos dos trofeos, sobre los que puede concluirse que ya queda constancia de su origen y filiación.